Aunque no es nuevo en el fútbol de Ecuador –principalmente en sus categorías secundarias– que un equipo pierda un partido por carecer del número mínimo de jugadores en cancha que estipula el reglamento, sí es cuando menos muy inusual que aquella situación ocurra en la Serie A, máxima división del balompié nacional, organizada desde 2019 por la Liga Profesional de Fútbol del Ecuador.

El lunes, Barcelona Sporting Club se benefició de un marcador de 3-0 sobre Aucas, equipo que se presentó con siete futbolistas en el estadio Monumental Banco Pichincha, debido a una cuantiosa cantidad de elementos contagiados con covid, y que finalmente perdió por la imposibilidad del golero Johan Lara de seguir en cancha. No era posible, reglamentariamente, continuar con seis jugadores.

Si bien es la primera vez, desde que estalló la pandemia de coronavirus en Ecuador, en marzo de 2020, que ocurre la situación del Barcelona-Aucas, no es un hecho inédito en la historia de la Serie A que un equipo se favorezca de los puntos de ganador por la inferioridad numérica del rival. Ocurrió ya el 1 de julio de 1979, en uno de los escenarios más atractivos posibles: el Clásico del Astillero.

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37 minutos y fin: ‘el Clásico del Astillero más oscuro’

Un árbitro vacilante, tres futbolistas furibundos y el mandato ruin de hacer teatro aceptado por dos cómplices componen la fórmula probada para manchar, en solo 37 minutos, una hidalga rivalidad de más de siete décadas entre Barcelona y Emelec.

Nunca antes ni después –el primer duelo fue el 22 de agosto de 1943, por el torneo amateur de Fedeguayas – se conoció de un accidentado partido como el que tuvo lugar en el estadio Modelo el 1 de julio de 1979. Aquella tarde de domingo se grabó en los anales del fútbol como la vez que la trascendental justa porteña se zanjó fuera de la cancha y nueve días después del inconcluso juego.

Toreros y millonarios llegaban en mitad de tabla a la jornada 16 de la primera fase del campeonato ecuatoriano de hace 42 años. Por los toreros formaban: Peratta; Peláez, Bardales, Paes, Klínger; Vásquez, Jalil, Ephanor; Madruñero (U. Stacio), Lasso y Rodríguez (J. Tenorio). En frente: Onzari; Ascensio, Montaño, Sanz, Oyola; Gómez, Valdez Armendáriz; Torres Garcés, Nelsinho y Miori. Elías Jácome, “destacado árbitro nacional” –anticipó este Diario– e ingeniero de profesión, fue designado para mediar el duelo; mas sus “nervios y errores” detonaron un fatal desenlace.

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Barcelona, en 1979. Figuran arriba: Víctor Jalil (i), Víctor Peláez, Julio Bardales, Norberto Peratta y Pepe Paes. Abajo: Juan Madruñero (i), Víctor Ephanor, Boanerges Rodríguez, Galo Vásquez y José Tenorio.

Solo se puede hablar de juego como tal lo que ocurrió en los primeros 25 minutos”, reseñó EL UNIVERSO al día siguiente. Las emociones protagonizadas por el eléctrico Ricardo Armendáriz y los canarios Galo Vásquez y Víctor Ephanor con sendos disparos a portería –el del crack brasileño en el palo y de tiro libre– se vieron opacadas por lo que sucedió en el lapso venidero.

Insultos y ‘fouls’

A los 24 minutos hubo el primero de los tres expulsados, todos canarios. “Hubo un foul contra (Galo) Vásquez que el árbitro no sancionó inmediatamente, por lo que (Víctor) Jalil profirió insultos, echándolo (doble amarilla) Jácome tras haber sido rodeado por todos los jugadores de Barcelona”.

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Tres minutos más tarde se fue Víctor Peláez por dura falta a Carlos Torres Garcés: “Reclamaron vehementemente los jugadores de Barcelona, pero el juez no aceptó protestas”. Entre tanto, “los jugadores de Emelec eran ajenos al problema y permanecieron tranquilos.

La expulsión por reclamos airados de Pepe Paes a los 28 minutos fue el acabose. “El partido se suspendió tres minutos. Ingresaron el entrenador de Barcelona, Hernán Saavedra (interino, tras la salida de su compatriota peruano Marcos Calderón), y varios dirigentes barcelonistas (entre estos el presidente José Tamariz), sin que nadie impidiera esta acción antirreglamentaria”.

Emelec en 1979, año en el que fue campeón. Arriba: Galo Quiñónez (i), Jesús Montaño, Washington Ascencio, Miguel Ángel Onzari, Jorge Valdez y Juan Manuel Sanz. Abajo: Carlos Torres Garcés (i), Juan Carlos Gómez, Luis Lamberck, Ricardo Armendáriz y Carlos Horacio Miori.

Con tres jugadores menos llegó la triste orden desde el banquillo torero. “(Julio) Bardales cayó aparentemente ‘lesionado’, sin que se haya observado que alguien lo hubiera fouleado (...). Ingresaron el masajista y algunos particulares sin que el árbitro se acercase al lugar del suceso. Por entonces, Barcelona quedó con siete jugadores. Todo esto ya era una burla”.

La teatralizada lesión posterior de José Tenorio –cuyo ingreso era dispuesto por Hernán Saavedra– y su obligado abandono del campo de juego desembocaron en que el juez Jácome dictaminara el pitazo final con el 0-0 en el tanteador debido a la falta del número reglamentario de futbolistas.

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‘Eso no fue un partido’

Palillo Torres recordó, en diálogo con este Diario en octubre de 2019, aquel juego. “Tanto se hablaba, tanta expectativa había, y de repente solo se jugaron 37 minutos”.

Cuestionado entonces respecto de la teatralidad de los canarios al fingir dolencias, el exvolante se mostró rotundo: “Fue así: lesiones fingidas. No fueron acciones violentas, sino jugadores que caían uno a uno, como mosquitos”.

En la otra tienda, Cepillo Peláez apenas podía recordar la contienda. “Fue un clásico aguerrido. No queríamos perderlo, tampoco Emelec, que tenía buenos jugadores en ese tiempo, al igual que Barcelona. Fue un problema cuando hubo las expulsiones. Es lo que puedo recordar, pero no logro recordar más detalles”, manifestó el exzaguero en contacto telefónico desde Santa Elena.

Para definir el resultado fue necesario acudir a la FIFA y la Conmebol, organismos que resolvieron las dudas de los dirigentes del balompié ecuatoriano. Nueve días después, la Comisión Nacional de Fútbol le otorgó los dos puntos del triunfo a Emelec por 2-0.

“Fue una cosa que quedó en los anales de la historia del Clásico como el día más oscuro del fútbol del Guayas”, finalizaba Torres Garcés. (D)