Mario Canessa: Tres capítulos borrascosos en nuestro fútbol

En las últimas semanas el fútbol ecuatoriano ha estado repleto de sucesos sui géneris que resumen el momento en que vive nuestro balompié. Hay tres casos que ameritan analizarse en profundidad para poder sacar serias y preocupantes conclusiones:Capítulo I: El caso Michael Arroyo. El Tribunal de Apelaciones de la Federación Ecuatoriana de Fútbol no pudo sesionar para conocer el recurso interpuesto por Barcelona a la suspensión de dos partidos a Arroyo porque sus miembros no asistieron para configurar el quorum legal. La sanción al jugador se mantuvo, lo que provocó la enérgica protesta del presidente torero, José Francisco Cevallos.El directivo, sintiéndose lesionado e indignado, hizo público su malestar. Indicó que solicitaría la destitución de los miembros del tribunal y además convocó al aficionado amarillo a que lo acompañe al local de la FEF, para que le recuerde a ese organismo con quién se estaba metiendo. El directorio de la Ecuafútbol, con más apuro que el que tuvo el Tribunal de Apelaciones, resolvió en pocos días acoger el pedido de BSC y ‘decapitó’ al Tribunal de Apelaciones. Destituyó a ocho de los nueve miembros del ente.Regresando a ese mismo viernes 7 de septiembre, al terminar el día, José Massú, socio de Barcelona, presentó un recurso legal (acción de protección) en una unidad judicial penal. Solicitó que se levante la sanción deportiva que sufría Arroyo y el juez de garantías constitucionales aceptó el trámite. Inmediatamente ordenó “la suspensión de los efectos de la sanción expedida por la Comisión Disciplinaria contra Arroyo”.Como era de esperarse se abrió el debate sobre si la justicia ordinaria puede o no inmiscuirse en temas reglamentarios del fútbol, conociendo el enunciado de la FIFA que obliga a las Federaciones de cada país afiliadas a no reconocer los fallos de la justicia común. Además, advierte con sancionar a los clubes que hagan uso de esas instancias con castigos que pueden conllevar la prohibición de participación en torneos internacionales.Pero debemos tomar nota de la resolución del juez porque incluye un capítulo del que no debió pronunciarse, en vista de que a él no le correspondía juzgar la actuación del futbolista y habilitarlo para jugar. Es un error de procedimiento en que la dirigencia de Barcelona prudentemente no acató por el riesgo que corría al usar al deportista en el Clásico. Pero también el BSC se dio manera para fustigar a la FEF cuando expresó en un comunicado público que era paradójico que los miembros del directorio de la Federación coordinen entre ellos, por redes sociales amenazando al club, sin antes ser capaces de arbitrar con la misma urgencia las acciones administrativas de uno de sus organismos, para así dejar en completa indefensión al club.Como dicen los jurisconsultos “a las pruebas me remito”; o sea, tratando de ser cautos y calificar todo lo sucedido he tratado de basarme en hechos fehacientes y comprobables para sacar las siguientes conclusiones:1) La no participación de los miembros del Tribunal de Apelación en el día programado, por falta de quorum , generó suspicacias dañando la honra de sus integrantes, entre los que existen personas de trayectoria limpia.2) Que la presión de la dirigencia torera puso a correr a todos los miembros del directorio de la FEF para satisfacer el petitorio de destitución.3) ¡Si esas penurias hubieran afectado a otro club sin la historia y la popularidad de BSC, habrían tratado la disolución del Tribunal de Apelaciones de la FEF con la prolijidad y urgencia con que se resolvió?4) Considero que la FIFA no puede seguir el criterio tan riguroso de mantener la prohibición a rajatabla de acudir a la justicia ordinaria sin crear excepciones. Por ejemplo, sobre violaciones a garantías constitucionales, considerando que todas las cartas magnas del mundo sostienen que en un Estado de derecho la constitución tiene supremacía y rige para todas las entidades, incluyendo en este caso a la FEF.Aunque el juez que tramitó la causa aclaró luego de la audiencia que su afán no iba dirigido a temas deportivos, tratando de mitigar la intromisión de la justicia en el fútbol. En la resolución determina la violación del trámite deportivo y desde su autoridad administrando justicia ordenó a la FEF que resuelva el caso Arroyo en muy contados días.Además, ordenó que el Tribunal de Apelaciones de la Federación pida disculpas sobre este hecho. Como se puede observar el juez Luis Fabián Tapia resolvió algo inédito: que se sesione por orden judicial y que exprese públicamente el Tribunal de la Ecuafútbol: “Disculpen por el daño provocado”.Capítulo II: Los exabruptos del DT Guillermo Almada.Barcelona perdió el Clásico del Astillero y el técnico canario, al subir al autobús del equipo escuchó que un hincha le gritó: “¡Profe, pongan más huevos!”. Ante aquello el uruguayo lo enfrentó. Se acercó a la puerta con rejas que los separaba para refutarlo y luego le lanzó escupitajo. Ante este hecho bochornoso no pasaron demasiadas horas para que Almada, bien asesorado, bajara las tensiones, sobre todo con su hinchada.La postura de Almada de pedir disculpas fue correcta, aunque en su alocución cometió un craso error al tratar de justificar el lamentable incidente al mencionar que pensaba que era un hincha del Emelec el que le reclamó. Es otro error inadmisible por donde se lo analice.Con este antecedente se sigue confirmando que en tema de valores éticos el fútbol está sometido a las sociedades. Esto tal vez por la popularidad de sus actores, o por la necesidad, o por la indiferencia con que atestiguan comportamientos como los que hemos vivido últimamente en el fútbol ecuatoriano. Verbo y gracia: La conducta de Francisco Silva, del Delfín, antes de una final de campeonato; como la de Ariel Nahuelpán, en una acción legal contra el club donde juega; la convocatoria de seleccionados que se fueron de francachela y no recibieron sin ninguna sanción. Estos y algunos casos demuestran que fácilmente se rebasan los límites y la resistencia de nuestra sociedad.Capítulo III: La Copa América 2019 no es el objetivo.Sin lugar a dudas es una equivocación llegar a una competencia de ese nivel sin darle la importancia que merece. Decir aquello es disminuir la jerarquía del torneo, es enviar un mensaje desilusionador a la afición, que siempre espera que su selección pueda llegar a instancias finales. Además, aquel quemeimportismo le confirma a los seleccionados que no jugarán por un objetivo importante.Es sorprendente que el directorio de la FEF y su Comisión de Selecciones hayan tomado la decisión de desestimar un torneo tan representativo y tan antiguo en la historia del fútbol. Es un despropósito usar a la Copa América como un laboratorio. Considero que los directivos se sometieron nuevamente al criterio del técnico Hernán Darío Gómez, quien hace algunos días manifestó que la obligación que él tiene es la de prepararse para la Copa América del 2023. Mientras que para el titular de la FEF, Carlos Villacís, la meta es el Mundial 2022. Como podemos apreciar todo eso es muy lejano, porque la responsabilidad cercana es la Copa América 2019, que se la toma para no rendir cuentas y para conseguir aquello es preferible devaluarla. (O) El pedido de disculpas de Almada fue correcto, aunque cometió un craso error al tratar de justificar el lamentable incidente al mencionar que pensaba que era un hincha del Emelec el que le reclamó.

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