Colombia tuvo una despedida honrosa, pero injusta y prematura del Mundial Rusia 2018. Uruguay también quedó fuera en cuartos de final en un encuentro ante Francia que afrontó sin su hombre-gol, Edinson Cavani y con fallos inexplicables de su línea defensiva. Un cabezazo después de un balón parado que no pudieron neutralizar Godín y Giménez que eran hasta entonces un bastión por arriba y un blooper de uno de los mejores porteros del torneo: Fernando Muslera.

Las selecciones de Colombia y Uruguay retornan dejando una gran impresión y, para coincidencia, ambas han sido dirigidas por dos sabios maestros comprometidos técnica y humanamente con sus equipos y con la hondura de su trabajo: Néstor Pekerman y Óscar Washington Tabárez, dos emblemas de la capacidad, de la ética y la decencia en un medio saturado de desvergüenzas.

La presencia de estos caballeros me ha llevado a recordar quiénes fueron en el Ecuador los maestros que dejaron huellas imborrables. Jorge Muñoz Medina era un compendio de ciencia futbolera y lo probó al llevar a un grupo de jovencitos criollos a la idolatría popular con el Barcelona Sporting Club. Escribió el primer libro sobre el balompié que al fin tengo en mis manos gracias a la generosidad de Pedrito el Memorioso Mata Piña que fue su pupilo en Reed Club: Foot Ball: Breves apuntes para entrenar, editado en 1953 con un apéndice explicativo de las 17 reglas. Tomó a los jovencitos toreros y los hizo ídolos y campeones. En 1952 se hizo cargo del Norteamérica que se había salvado de descender y lo convirtió en campeón del naciente profesionalismo.

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Imposible descartar el nombre de Ramón Unamuno, uno de los mejores jugadores de nuestra historia, a quien le encargaron hacer de Emelec un equipo campeón. También era un elenco de jóvenes, a excepción del siempre bien recordado Luis Chocolatín Hungría, que dio a los eléctricos la primera corona de su historia en 1946.

En 1950 la Federación Deportiva Nacional del Ecuador contrató a Gregorio Esperón para entrenar a la preselección que pretendía participar en la eliminatoria al Mundial Brasil 1950. La discriminación por parte de la FIFA hizo que se frustrara el intento, pero Esperón quedó ligado al fútbol guayaquileño en el que fue campeón en 1958 dirigiendo al Patria en un torneo inolvidable.

Nadie que haya vivido los años del estadio Modelo dejará de rememorar el paso por nuestro fútbol de dos auténticos maestros como lo recordábamos el jueves en una larga charla con Pepe Tamariz, expresidente de Barcelona: Fernando Paternoster y Francisco de Souza Ferreira, Gradym. Llegaron solos, sin ese ejército demoledor del presupuesto de los clubes como ocurre hoy. Don Fernando hizo de Emelec el equipo del que se sienten orgullosos sus parciales. Fino, elegante, espectacular y efectivo: el de los Cinco Reyes Magos del que podría escribirse una novela. Gradym no se quedó atrás. Fueron rivales en el trabajo de otorgar felicidad a los parciales de sus equipos. En Barcelona empezaba el abandono definitivo del criollismo y la entidad confió en Gradym para escoger los refuerzos. No había billete oculto para repartir en las contrataciones. El viejo maestro trajo a Iris, Jair, Helio Cruz, Helinho y Tiriza. Cuando se escriba la verdadera historia del ídolo muchas páginas deberán dedicarse a estos astros.

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Años después Barcelona fichó a Miguel Ángel Brindisi, con gran pasado como jugador. Hombre de suaves maneras, pero de gran influencia sobre el plantel. Acertado en sus planteos hizo del equipo del Astillero finalista de la Copa Libertadores, un certamen que pudo haber ganado si no hubiera mediado el arbitraje digitado desde las altas esferas de Conmebol. Si en aquellos años hubiera existido el VAR el argentino Loustau no hubiera podido anular el gol de Uquillas y el sistema hubiera advertido el colosal adelantamiento de Ever Almeida en el penal del Beto Acosta.

Alfredo Leuco es un referente muy respetable del periodismo argentino. No es un especialista en fútbol; su tarea es eminentemente política. En la página web de radio Mitre escribió un editorial que debe ser lectura obligada de todos los que se interesen en el fútbol (https://radiomitre.cienradios.com/sampaoli-o-tabarez/). Leuco compara al uruguayo con el técnico argentino Sampaoli de estrepitoso fracaso en la cita mundial. “Tabárez pinta canas a los 71 años, camina con bastón producto de una neuropatía crónica que le afecta el sistema nervioso y todo el mundo le dice con respeto: Maestro. Entre otras cosas, porque fue docente de las escuelas primarias del Cerro, Paso de la Arena y La Teja. Este es uno de sus secretos. La actitud pedagógica, didáctica, la postura paternal, el cuidado de sus muchachos que aunque sean estrellas del fútbol mundial necesitan contención y que alguien les marque el rumbo en la cancha y en la vida. El primero los lidera como hombres y recién después como futbolistas. Les enseña los valores de la humildad, del coraje y del sacrificio”, dice Leuco.

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Y agrega: “Tabárez da clases de integridad, respeto y decencia. Desde los básicos buenos modales para dirigirse a los periodistas y a los hinchas, hasta esta idea de ir vestidos de traje para la ocasión de la fiesta más grande del fútbol mundial. Eso no les hace perder la identidad oriental del mate bajo el brazo y la charla cotidiana”. Leuco añade: “Tabárez, igual que don Adolfo Pedernera, privilegia tener ciudadanos sanos, solidarios y competitivos por encima de los futbolistas mezquinos y celosos que solo piensan en su lucimiento personal y en la fortuna de sus contratos. Todo el tiempo trata de favorecer que los jugadores estudien y puedan comentar películas, libros o conciertos. Se fomenta su crecimiento cultural y no solo la práctica de tiros libres o la carrera en velocidad. Hay un tiempo para todo. En cambio, Sampaoli se enorgullece de su ignorancia. Declaró en un reportaje: “Nunca fui estudioso. Ni en el colegio, ni en la facultad, ni en el curso de entrenador. Yo no puedo leer un libro; veo dos hojas y ya me aburro. Escribo tres cosas en un papel y me cansé”.

El último técnico de clase que tuvo Ecuador fue Dusan Draskovic, traído por Carlos Coello Martínez en su tiempo de presidente de la FEF. El montenegrino viajaba por todo el país y no hubo rincón por donde no encontrara un nuevo futbolista. Tabárez maneja todas las selecciones arriba de 15 años, asiste a los entrenamientos, conversa con los chicos, se preocupa por ellos y sus familias. Lo mismo que ha hecho Pekerman en Colombia, de allí el gran progreso de ambas selecciones.

Y Ecuador ¿en quién piensa? En el mismo personaje sampaolinesco que bailaba cumbia en cada gol; que se iba después de cada partido a Medellín y volvía cinco días antes del siguiente compromiso, pero cobraba puntualmente cada mes; que dejó botada a la selección en Piura después de la goleada que le propinó Argentina en la Copa América 2004. Lo mismo hizo con Colombia en el Mundial 98 al ser criticado por sus modos, órdenes y estrategias inofensivas que llevaron a los cafeteros a la eliminación en la primera fase.

¿No será mucho pedir a la FEF una decisión inteligente y descartar a un ser manipulable al que le imponían los jugadores convocados conforme él mismo lo declaró? (O)

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