¿Y a qué fecha nos vamos a referir? A las últimas y trascendentales décadas del siglo anterior, cuando el glorioso estadio Ramón Unamuno (hoy fusilado) era abarrotado por fanáticos que vieron surgir con fortaleza el fútbol guayaco.

Cómo no ejemplarizar el Capwell, con largos asientos de madera que eran unos verdaderos tablones sin darse desgracia alguna y luego asistir al estadio Modelo –inaugurado en 1959–, hoy llamado con honores Alberto Spencer, un letal, hábil y versátil gladiador nacido en Ancón.

Jamás olvidaremos a Spencer, Chuchuca, Pepe Aquino, Veintemil Solórzano, Ramón Unamuno, Jorge Bolaños, Carlos Raffo, Pepe Johnson, Tanque Romero, Enrique Pajarito Cantos y otros próceres del balón que entregaban estallidos a cada segundo en los escenarios del ayer.

Publicidad

¿Cómo se vivía una jornada del ayer? Con tremenda emotividad porque en la cartelera se preveían tres partidos y el césped no se deterioraba –hoy los entrenadores teóricos y de libretos lloran cuando se dan dos o tres lances en una cancha–, la jornada arrancaba a las 14:00 con el partido preliminar; a las 16:00, con el de semifondo; y a las 18:00, el de fondo. Y el hincha llegaba muy temprano a las gradas con sus amigos, familiares y lucían camisetas de los equipos que actuaban en la fecha y nunca conocí broncas entre aficionados, sea cual fuere el resultado del encuentro. Estas letras pueden ser confirmadas por personas que pasan de los 60 años de edad.

Una vez finalizados los encuentros, las calles principales de Guayaquil como la 9 de Octubre, Los Ríos, Machala, Quito, Portete, Gómez Rendón, Tungurahua y varias más eran transitadas como si fuera un rito de procesión.

Y en esas largas caminatas, para llegar a un destino, se recordaban jugadas, los que fallaron goles, que el árbitro pitó mal y fue exagerado en tal expulsión, los lesionados y por cierto los disentimientos polémicos que siembra el fútbol en un encuentro.

Publicidad

Bendito espacio, una vez más cortando la inspiración. No sin antes sellar que el fútbol vivido en las gradas del ayer siempre será incomparable... (O)