“Ama et quod vis fac” es frase de San Agustín, de un converso al cristianismo cuya vida se parece a la de Pablo de Tarso, también converso; ambos fueron flechados por Dios y transformados en adalides del cristianismo. Esta frase la cité el miércoles catorce al final de mi segundo artículo ‘Conocer para amar’. Trato de entender al Obispo de Hipona: si amas de verdad, con todas las exigencias y profundidad de lo que significa el amor, que no puede confundirse con un capricho o veleidad, entonces puedes hacer todo lo que el amor te dicte. “Ama y haz lo que quieras”, da rienda suelta a lo que ese amor te dicte. Apliquemos esta sentencia al tema que hemos abordado por dos ocasiones: el conocimiento de la patria.
1. Un gobierno que busca una real transformación de la sociedad debe comenzar por hacer que los ciudadanos conozcan a cabalidad el suelo donde nacieron, que lo aprecien y que estén dispuestos a trabajar por su progreso.
2. Solo un gobierno que ama entrañablemente la patria, con sus bemoles y sostenidos, será capaz de inocular el amor en los corazones de sus mandantes; el amor de labios afuera, es mentira y burdo engaño.
3. La educación es ciertamente el medio más eficaz para adentrar a la juventud en el conocimiento que despierte o engendre amor.
4. El uso inteligente de los medios de comunicación social, con publicidad también inteligente y patriótica, es una forma adecuada de sembrar esperanza, unión, responsabilidad, además de otros valores cívicos.
5. Las giras de estudiantes al final de la primaria o bachillerato, deben acatar las normas establecidas al respecto. No sé si las leyes cambiaron, pero nadie debería salir fuera del país, en excursiones colegiales, si no presenta la certificación de conocer el Ecuador. Los jóvenes hacen, por lo general, aquello que sus maestros les inculcan. Hace cuarenta años suspendí un viaje a Chile de unos estudiantes capitalinos; en sustitución ellos viajaron al Puyo, Macas, Sucúa, Méndez y Cuenca. Una experiencia que jamás la olvidan, máxime quien fue mordido por una equis en “partes non sanctas”.
6. Olguita Gutiérrez, argentina de nacimiento y ecuatoriana de corazón, mujer hermosa dotada de una voz privilegiada, declara: “Amo a este país como los ecuatorianos no lo aman. Aquí hay de todo y para todos”.
7. Olguita quiere que sus cenizas sean esparcidas en Sígsig, provincia del Azuay, como una muestra de gratitud a un hecho que marcó su vida. “Fuimos un día a cantar en ese lugar cerca del río, cuyas piedras son multicolores. Llovía mucho y mi vestido de lamé quedó totalmente empapado. Observe cómo las personas con sus piececitos cubiertos de tierra mojada contemplaban el espectáculo extasiados como si fuera irreal. Una de ellas me obsequió una jaulita con dos pajaritos y cuatro huevitos de gallina enana. Me dio tanta ternura que hasta hoy lloro cuando me acuerdo. Esa noche no dormí. Por eso quiero que aquí queden mis cenizas” (Expreso, 10 de julio del 2010).
El “amor verdadero no se compra ni se vende”, es propiedad del corazón.