“Cuente a sus lectores que aquí se encontró con un simpático grupo de manabitas oriundos de Guayaquil” me dijo una señora, entre seria y picarona, cuando se enteró de esta columna de los miércoles, en EL UNIVERSO; todo esto mientras nos servíamos, con mi esposa, los más sabrosos camotillos del mundo (del mar a la mesa). Eran las once de la mañana; a las ocho habíamos partido de Salinas hacia Manabí con destino Guayaquil. La Resbalosa, es playa manabita, entre Puerto Cayo y Manta, cerca de Las Piñas, Río Caña y San Lorenzo; es un retazo más de la belleza del Ecuador escondida a quienes tienen tiempo para todo, menos para adentrarse en el conocimiento patrio, disfrutando cada recodo del camino y entendiendo que nuestra gente es buena, sencilla, hospitalaria, con una gigantesca alma nacional. “Hace mucho tiempo, había aquí una piedra muy grande, que no se la podía cruzar porque era muy, muuuuuy resbalosa, hasta que cuando vino el carretero la hicieron desaparecer”, me cuentan. Hoy queda solo la leyenda; allí existe un pequeño y cómodo malecón, con servicios higiénicos (25 centavitos); ahora se instalan nuevas ramadas para ofrecer la sazón de la cocina manabita.

Este viaje, amigas y amigos, fue hecho con una sola finalidad: entregarles algunos datos, “de última hora”, para su agenda de semana santa, porque creo que recorrer kilómetros de Ecuador es una de las mejores formas de acercarse a Dios: cada montaña nos eleva al Creador y cada playa nos recuerda su bondad infinita. Interrumpo este relato para entregarles algunas sugerencias; si buscan detalles adicionales, comuníquense con la dirección electrónica de esta columna.

Salinas-Curia-La Entrada-Piqueros Patas Azules-Salango-Puerto López-Machalilla-Puerto-Cayo-El Aromo-La Resbalosa-Manta-Montecristi-Jipijapa-La Cadena-Lomas de Sargentillo-Nobol-Guayaquil: 400 kilómetros, uno más uno menos. Un regalo para los ojos, paz para el corazón y un poco de cansancio reparador del alma.

-De los cuatrocientos kilómetros, cincuenta no están en excelente estado, pero son transitables; los encontrarán dispersos, en varios sitios, esto pide cautela para manejar; no rebasen los 100 por hora.

-Quienes viajen a la Península de Santa Elena no se pierdan de visitar la cadena única de poblaciones asentadas junto a la Marginal del Pacífico Ecuatoriano, cada una empeñada en mostrar a los turistas su cara amable y sus platos exquisitos. Para muestra un botón: Ballenita-Capaes-Punta Barandúa-Punta Blanca-San Pablo-Monteverde-Jambelí-Palmar-Ayangue-San Pedro-Valdivia-Libertador Bolívar-Cadeate-Manglaralto-Montañita-Olón-Curia-San José-Las Núñez-La Entrada.

-Desde Libertador Bolívar hasta Piqueros la vía está encementada; una carretera de primer orden, de un carril de ida y otro de regreso. En La Entrada sírvanse los “Dulces de Benito” y luego disfruten de esta moderna vía que trepa la montaña hasta descender al río Ayampe, ya en Manabí; este es un espacio para admirar la conjunción de cielo, montaña y mar.

-Cambiemos de destino. Si van a Cuenca admiren la vía Puerto Inca-Molleturo-Sayausí; los minutos de espera, en algún tramo, sirven de espacio para conversar de tantos temas rezagados; de Cuenca viajen por la mañana a Loja, tomen un café con cecinas y retornen por la tarde; excelente vía, pero… se me acabó el espacio, buen viaje.