Las personas en muchas formas somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera. Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin darnos cuenta de que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba. Esa es la respuesta, la ruta de escape y la solución a cualquier problema. Veamos brevemente el porqué. Este texto me lo envía un “angelito” y les entrego así como  llegó, con breves reflexiones de mi parte que caen muy bien en este Miércoles de Ceniza, ¿verdad amigas y amigos de EL UNIVERSO?

“Si pones un buitre en un cajón que mida dos metros por dos metros y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros. Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar, quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo.

“El murciélago ordinario, que vuela por todos lados durante la noche, es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se le coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrarse indefenso y con dolor, hasta alcanzar algún sitio ligeramente elevado desde el cual pueda lanzarse hacia el aire; entonces, despega rápidamente.

“La abeja, al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.  Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, a pesar de que trata de encontrar alguna forma de escape por las paredes cercanas al fondo. La abeja seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que  se destruye a sí misma totalmente”.

Cuando al ser humano se lo encajona, se le priva de la libertad; cuando se le impide moverse a sus anchas para ensayar un vuelo hacia sus proyectos y anhelos, se comete un crimen de lesa humanidad; nacimos para volar, no importa si nos rodea el fango o el mármol, nuestra brújula apunta a las estrellas.

Para que no nos suceda lo del murciélago es menester elevarnos siempre más allá de nuestras propias ambiciones y metas; mientras más alto, mejor; conquistemos un espacio  apto para mirar el horizonte y asegurar nuestra autoestima.

“Mirar al cielo nunca está por demás. La tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, pero la fe mira siempre hacia arriba. Alguien dijo que para estar de pie ante la vida hay que estar de rodillas ante Dios. Por muy larga que sea la tormenta, el sol vuelve a brillar entre las nubes. A veces perdemos lo bueno por buscar lo mejor”.

El párrafo precedente, entre comillas, contiene sabiduría; cada palabra tiene una carga espiritual profunda y cada frase un camino de vida. Todo el párrafo es una fuente de agua cristalina para beberla en horas de sequedad.