¿Oyó alguna vez a los abuelos decir: déjate de mañoserías, eso es mañoso, se dieron maña? ¿Recuerda cuándo lo decían?

Usaban la expresión en distintas circunstancias, por ejemplo, cuando intentaban hacer algo de la manera conocida y no les resultaba, entonces decían que “hay que darse maña”, esto significaba que había que hacerlo con habilidad y destreza que es, precisamente, una de las acepciones de la palabra que registra el  Diccionario de la Real Academia de la Lengua.

También  les servía para cuando encontraban que alguien hacía algo sin transparencia, con tal astucia, que aunque no se podía decir que lo hecho fuera ilegal o inmoral, quedaba claro que no se actuó rectamente. Decían entonces que lo hecho era mañoso.

Déjate de mañoserías, quería decir que no se insistiera en hacer algo de manera forzada, fuera de las normas, aplicando la astucia más que las razones y, muchas veces, tratando de sorprender a los demás.

No sé si ustedes, amables lectores, pero yo he recordado estas expresiones, a partir de algunos hechos en la vida política, a los que creo que les vendrían muy bien.

El asunto no es nuevo, claro, nuestra vida política está y estuvo llena de mañas. Las mañoserías se repiten en uno y otro régimen y no es extraño, eso también tiene que ver con la palabra y las expresiones a las que nos referimos, pues una de las acepciones del vocablo “maña” es vicio, mala costumbre; y las malas costumbres, como todos sabemos, son muy difíciles de vencer. Difíciles pero no imposibles, son hábitos que se forman por la repetición de actos. Es decir, actuamos una vez y otra vez, mañosamente y nos acostumbramos a ello. Para cambiar un hábito es necesario que repitamos actos contrarios, hasta que borremos la costumbre.

Los políticos no son seres que aparecen de repente, sin ninguna vinculación o influencia social, actúan como son y cuando llegan a la vida pública tienen hábitos y han visto cómo se hace política y, entonces, se vuelve un círculo vicioso que aunque cada candidato ofrece cambiar, no lo logra porque el vicio sigue allí.

Si hacemos un ejercicio de observación y reflexión veremos cómo encontramos mucha mañosería en la vida política, ciertamente, pero también en los distintos ámbitos de nuestra vida colectiva. Si queremos una vida social y política transparente, limpia, solo nos queda aprender a actuar y exigir que se actúe sin mañoserías. Para lograrlo, el primer paso es descubrirlas.