La campaña electoral para la Alcaldía de Guayaquil avanza. Las encuestas sobre preferencias electorales favorecen al Alcalde. La candidata de la izquierda, María Duarte, ocupa el segundo lugar, pero entre los dos hay todavía una diferencia significativa.
Los resultados sobre preferencias a la Alcaldía se producen en medio de la debilidad política de la derecha costeña, la cual desde 1998 perdió la capacidad para cubrir demandas populares y ciudadanas. Las clases populares y medias se empobrecieron y pasaron a la oposición al sistema social y político. El aislamiento social de la élite económica y política produjo una crisis de dirección política. Existe, pues, en la Costa, un vacío político, que tiende a ser ocupado por Alianza PAIS.
En Guayaquil también existe este vacío. El último referéndum lo demostró. Alianza PAIS y el Presidente de la República tienden, entonces, a liderar los sectores marginales de la ciudad, incluidos los segmentos bajos de la clase media. De allí deriva la fuerza performativa de su discurso antisistema.
Pero las instituciones de la ciudad tienen una mayor capacidad relativa para absorber demandas populares que otros municipios e instituciones políticas de la región. Esto es el resultado de la descentralización del Estado en Guayaquil.
La descentralización –hasta donde ha avanzado– le permitió a Nebot capturar el imaginario de sectores medios de Guayaquil y del empresariado.
Además, en su discurso las reivindicaciones de los sectores populares –salud, vivienda, educación– están ligadas a la defensa de la autonomía. Esta funciona como una metáfora de aquellas. La lucha entre Nebot y María Duarte gira en torno de las mismas demandas sociales. Si bien el actual discurso del Alcalde es de derecha, ya no es el viejo discurso elitista socialcristiano.
Nebot tiene otra demanda antisistema: la crítica del centralismo. En la narración de Nebot, Guayaquil es la víctima de la dominación centralista. Algo similar se puede decir de la crítica a los partidos políticos. Nebot construye su posición como un líder cívico guayaquileño, no como un dirigente de partido. De esta manera, la derecha busca apoderarse de algunos de los significantes con los cuales Correa construyó su liderazgo.
El discurso de Nebot complica la posición de la izquierda guayaquileña. Pero esto ocurre porque la izquierda se resiste a realizar la misma operación simétrica inversa que la derecha: así como esta busca articular los significantes sociales y políticos ciudadanos y populares, la izquierda también puede demandar autonomía, el significante con el cual están identificados los sectores medios y el empresariado. Es posible construir en Guayaquil una izquierda autonomista. Esto inclinaría a los sectores medios y empresariales hacia un proyecto que puede resignificar un conjunto de demandas guayaquileñas, sin las cuales no es posible construir un proyecto político consistente de mediano plazo, que cuente con el apoyo de sectores empresariales y medios para combatir la pobreza y aumentar la competitividad de la ciudad, la región y el país.
Este es el proyecto de una buena parte de la nueva izquierda de América Latina. En el continente hay dos izquierdas, no una.