Los cristianos somos al mismo tiempo miembros de la Iglesia y ciudadanos de un Estado. Participamos por el Bautismo de la vida de Cristo y caminamos en la tierra. Unos pocos estados tienen el sistema político monárquico; otros, teóricamente, un sistema aristocrático; la mayoría de estados, también teóricamente, tienen el sistema democrático. ¿La Iglesia por qué sistema está regida? Descubramos la respuesta en el sistema que guía sus elecciones y su acción: 1º El papa Benedicto XVI, obispo de Roma y pastor universal, fue elegido por 117 cardenales. Los cardenales son considerados miembros del Clero de Roma y también representantes de la Iglesia universal. Los cardenales, según el derecho actual, que viene de siglos, eligen al Papa; pero no son ellos los que le dan la autoridad. El Papa y los otros obispos reciben su misión y autoridad directamente de Jesús. Siendo la Iglesia un canal por el que llega la vida de Dios, esta vida llega frecuentemente primero a la base, pero no viene de la base; es don de Dios.
El Papa, los otros obispos, los sacerdotes no recibimos la autoridad de los miembros de la comunidad cristiana; pero los miembros participan en la elección de la persona más apta para una determinada tarea o misión. Esta participación era muy activa y determinante en los primeros siglos y sigue influyendo más que entre nosotros en algunas regiones. Actualmente, buscando evitar el influjo de intereses terrenos, para elegir a un obispo, se consulta reservadamente a los obispos, a algunos sacerdotes, a personas amigas y menos amigas de un candidato. Esas respuestas, estudiadas por el Nuncio Apostólico, son enviadas a la Santa Sede; el Papa tiene la última palabra.
Para el nombramiento o traslado de un párroco, se consulta a los miembros del Consejo de Presbiterio y se tiene en cuenta el criterio general de los cristianos.
2º La comunidad diocesana, con la mayor participación posible, también, de laicos, debe fijarse un objetivo de su acción, al que se llega con planes anuales. El obispo tiene la última palabra; no puede normalmente prescindir de ideas y sugerencias de los otros bautizados; pues también ellos han recibido la vida de Jesús y luz y fuerza del Espíritu Santo. El obispo no acapara ni la vida de Jesús, ni las luces del Espíritu, para descubrir la voluntad de Dios hoy y aquí; él debe obedecer la voluntad de Dios, al dirigir.
El párroco debe estar asesorado por un Consejo de Pastoral, integrado por miembros laicos, en su mayor parte, elegidos por los miembros de la comunidad. El derecho exige que el párroco esté orientado por un Consejo Económico.
Notemos que esas tensiones estériles en la Iglesia son causadas, ya sea por los alejados de ella, que pretenden instrumentalizarla para sus fines, ya sea por algunos que vienen de otros países con la pretensión de hacer en nuestras diócesis lo que no osarían hacer en las suyas. Son ayudantes positivos, si vienen a ayudarnos a desarrollar nuestros valores.