Los ecuatorianos acabaremos nuestro presupuesto ambiental anual de agua, suelo y aire limpio el próximo 28 de octubre. Esto significa que estamos consumiendo los recursos que la naturaleza nos da más rápido de lo que ella puede regenerarlos.

La medición la realiza la organización internacional Global Footprint Network (GFN) a través de su estudio National Footprint Accounts 2018 (cuentas nacionales de la huella 2018, en español) en conmemoración del Día del sobregiro ecológico a nivel mundial que se dio el pasado 1 de agosto.

La fecha marca que la demanda de la humanidad sobre la naturaleza excede lo que la Tierra puede regenerar en ese mismo año. Desde finales del siglo pasado, este día se ha ido adelantando en el calendario, es decir, en los últimos años la humanidad ha ido ejerciendo más presión sobre sus recursos naturales. En 2016, el sobregiro a nivel mundial fue el 8 de agosto, en 2017 fue el 2 del mismo mes y este año se dio el 1 de agosto. El estudio se realiza con cifras de la huella ecológica de más de 140 países.

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Este año GFN incluyó, además de la fecha mundial, la desagregación por países.

En Ecuador el aumento de la población y la obsesión por el crecimiento económico serían algunas de las causas de esta deuda, según expertos.

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Para Juan Alfonso Peña, integrante de GFN, las complicaciones de este sobregiro en el país las sufrirán las nuevas generaciones: “Es comparable al uso de una tarjeta de crédito. En octubre nos acabamos el presupuesto que la naturaleza nos da, entonces el resto del año vivimos de la tarjeta de crédito. ¿Quién va a tener que pagar la tarjeta? Nuestros hijos”.

Indica que el caso de Ecuador es especial, ya que pasó de ser una nación con superávit ecológico a tener déficit ambiental en una misma década.

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Siendo el primer país de América Latina y uno de los primeros del mundo que oficialmente se comprometió a hacer una contabilidad ecológica en el gobierno de (Rafael) Correa, también fue en ese mismo periodo cuando pasamos de tener un excedente a un déficit ecológico”, dice Peña.

Además, señala que uno de los grandes problemas del gobierno anterior fue que priorizó una economía basada en el gasto: “Se apoyó la inversión en recursos que son una trampa. ¿Cuántos carros compramos cuando fuimos ricos en los últimos diez años? Tenemos más automóviles, lo que genera más dependencia de combustibles fósiles que son limitados. No gastamos en desarrollo”.

Asegura que la población ecuatoriana ha confundido el vivir bien con el tener y consumir más recursos.

Con esto concuerda Mathis Wackernagel, fundador y CEO de GFN, y, además, sostiene que este déficit “no fue visto como una de las prioridades claves (para las autoridades). Ecuador ha sido lento en reaccionar”.

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También afirma que no se trata de encontrar un equilibrio entre consumo y producción. “Tenemos que mantenernos dentro del presupuesto de la naturaleza, pero también podríamos usar menos”.

Vivir de forma segura en un mundo de recursos finitos requiere abordar el crecimiento de la población responsablemente. Foto: Archivo

Actualmente la llamada economía circular se presenta como posible solución a los impactos negativos que deja el hombre en la naturaleza, pero Wackernagel señala que “desafortunadamente la economía circular no está muy claramente definida. (Lo óptimo sería que) el ciclo biológico deba mantenerse dentro de la biocapacidad del planeta”.

En cambio, Leonardo León, docente de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), afirma que en Ecuador se deberían reforzar los controles en factores como la producción agrícola que desplaza extensas zonas de bosques nativos.

El docente asegura que el bloque de la Unión Europea es una gran referencia a nivel mundial en este tipo de regulaciones. “Para 2021 ellos establecieron límites para que la producción no se expanda y desplace zonas sensibles como bosques nativos. Cada vez hay más conciencia de que nos estamos excediendo”.

Sin embargo, Peña afirma que las consecuencias de este voraz consumo se sentirán a mediano plazo: “Guayaquil está a 4 metros sobre el mar, en este siglo estará bajo él”.

Los ecuatorianos somos parte del 70% de la población mundial que vive en un país con un déficit ecológico. Cambiar esta tendencia dependerá de modificar nuestros hábitos de consumo y que las autoridades delinien políticas que ayuden a la consecución de este objetivo, aseguran los especialistas. (I)