El celular es considerado uno de los grandes inventos de la era moderna. Sin embargo, tienen un tiempo de vida útil relativamente corto, por lo general cinco años. Cuando se compra uno nuevo, ¿qué hace con el anterior?

La mayoría de ecuatorianos lo regalamos, vendemos o botamos junto al resto de la basura común, sin pensar si su destino final fue el adecuado. Estos dispositivos tienen metales como cobre, aluminio y sustancias como litio que son altamente contaminantes y que sin ningún tipo de tratamiento pueden afectar cuerpos de agua.

Según el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), el total de celulares recuperados y “gestionados correctamente” entre 2013 y 2017 representó apenas el 15% de los casi seis millones de equipos importados durante ese periodo. Fueron dispositivos que se los recogió y exportó para su reciclaje.

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La recuperación adecuada de estos desechos tuvo un repunte en 2013, cuando se logró recolectar 308.208 celulares en desuso. Esta alza se dio, según el MAE, por “la creación de cupos adicionales de importación basados en el reciclaje (que) fueron mecanismos de presión indirecta y factores de incentivo para acceder a los cupos”.

Es decir que por cada 2,5 celulares en desuso reciclados el importador podía traer un dispositivo nuevo. El incentivo estuvo vigente hasta diciembre de 2015, razón por la cual a partir del 2016 se ve una marcada disminución en la recolección de los celulares en desuso.

En 2017 se importaron más de dos millones de móviles, pero se recuperaron 46.450, es decir, apenas el 2%.

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El MAE indica que en los tres años que duró la medida se logró “un reciclaje de más de 800.000 equipos celulares”.

Yiria Jaramillo, jefa de Sostenibilidad y Gestión Ambiental de Telefónica Ecuador, señala que Movistar recolecta celulares en desuso hace nueve años y que la empresa “destina cerca de $ 7 por cada celular gestionado, un valor muy alto en relación al precio actual de compra de este tipo de residuo, $ 1,2 por celular”.

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La ejecutiva dice que estos precios son poco viables considerando que los teléfonos son de los clientes y son ellos los únicos que pueden decidir darles una correcta gestión final.

Además, afirma que la oferta de gestores calificados en el país es “un grupo mínimo”, siendo una tendencia en la mayoría de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). “Esto se vuelve aún más complejo cuando la gestión final y la recuperación de todos sus componentes se lo hace fuera del país, lo que implica la exportación de este residuo”.

La operadora actualmente posee ánforas en sus centros de atención donde sus usuarios y ciudadanía puede dejar sus celulares, sin accesorios. A sus clientes, Movistar les da $ 5 de saldo, por tres meses, por celular depositado, pero si la persona no es usuario puede pedir la promoción para un familiar con línea en Telefónica.

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Ánforas para reciclar celulares usados están ubicados en los centros de atención a clientes de Movistar. Foto: Ricardo Zambrano

La empresa Claro también afirma poseer programas de reciclaje desde 2006. Señala que tiene ánforas en sus centros de atención para reciclaje de dispositivos y accesorios.

“Los equipos recolectados son entregados a un gestor ambiental local calificado por el MAE para que haga la clasificación primaria de las partes; posteriormente, se envían a una planta (...) en el exterior (...) los elementos (...) son gestionados ambientalmente”, dice Claro.

La empresa Claro también realiza campañas de reciclaje de celulares. Foto: Cortesía. 

En cambio, las cifras de RAEE en el país también aumentaron. En 2005 se generaron 7.000 toneladas, pero en 2016 se produjeron más de 83.000. El promedio per capita de RAEE es de cinco kilos.

Además, cada ecuatoriano produce 82 gramos de basura proveniente de celulares cada año, según la organización GSMA Latinoamérica.

Sin embargo, Ecuador no genera basura electrónica a niveles de países más poblados como Brasil que supera los tres mil kilotones anuales. El MAE prevé, a partir de 2019, iniciar una regulación para la gestión integral de este tipo de residuos en el marco de la responsabilidad extendida del productor. (I)