La deforestación y el fuego abierto de los cazadores casi matan a D’yaira, que en lengua secoya equivale a “tigre valiente”. 18 perdigones quedaron alojados a lo largo de todo el cuerpo de esta hembra jaguar y uno de ellos en su columna. Un guardia la encontró tirada en una plantación de palma, en Sucumbíos. No podía caminar ni levantarse.