El referéndum y la consulta popular del 16 de noviembre pasado se convirtió en la apertura de la precampaña electoral no oficial de 2027, aunque falten dos años para que los ecuatorianos vayan a las urnas a elegir autoridades seccionales. El ambiente en las agrupaciones políticas se alteró tras el resultado del reciente llamado a las urnas, con anuncios de intenciones de candidatizarse o no apoyar postulaciones.

Los actores políticos no reconocen en la respuesta de la ciudadanía un síntoma de hartazgo que tras tres elecciones en los últimos dos años no debería descartarse. Tampoco observan que las confrontaciones hacen poco favor a la nación.

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La autoridad electoral prevé que el ausentismo bordee el 20 % en la proclamación de resultados. Si bien el aumento es leve considerando que en las presidenciales de febrero fue de 16,5 %, no se deben perder de vista estos datos.

Es propio que los partidos y movimientos se organicen e inicien con tiempo la selección de cuadros y su preparación con miras a unas elecciones, como procesos internos, con análisis de conocimientos, interés de servicio, propuestas, pero sin el afán de posicionarse políticamente con anticipación ante una sociedad que lo que exige es trabajo por el país. El irrespeto por normas que establecen calendarios de campaña no es una novedad, pero no debe normalizarse el marketing político como reemplazo de la construcción real de propuestas.

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El exceso de campaña produce hastío electoral, normaliza la propaganda y reduce la participación. Si en lugar de desgastarse y desgastar a la ciudadanía los actores políticos, en un cargo o no, priorizan el diálogo nacional, la gestión social y pública, la búsqueda de soluciones a los grandes problemas del Ecuador, tendrán una mejor respuesta.

El elector es analítico, aunque haya sectores que se nieguen a reconocerlo. La campaña por la consulta popular pasó, anticiparse a otra no es la mejor opción para un Ecuador que anhela acciones inmediatas y políticos probos. (O)