Un llamado a la unidad cívica debe ser bienvenido y no darle una carga política negativa aunque se origine en un político.
Este 31 de julio, el exalcalde de Guayaquil Jaime Nebot volvió al escenario público a través de las redes sociales para convocar a la ciudadanía: ‘El civismo y Guayaquil nos unen, si nos hemos perdido volvamos a encontrarnos’, señaló en un video, y añadió que del miedo nacen el coraje y la valentía de actuar juntos.
Los ciudadanos deben exigir, pero también ser parte de la solución, se escucha en el audiovisual.
Publicidad
No es la primera vez que se habla de unidad en esta columna. Hoy el tema se menciona en las esferas políticas por la reaparición de Jaime Nebot. Politólogos son poco optimistas de un resultado y lo atribuyen a un tema generacional: en las redes sociales se concentra el activismo más que una participación cívica, resaltan, refiriéndose a lo afectos que son los jóvenes a la tecnología lo que ha reducido su espacio cívico en las calles.
No obstante, es un gran paso que los políticos vuelvan a hablar de ciudadanía, de unidad, de civismo. Apelar a que gane la razón del servicio y la solución de los problemas del país es también una necesidad de que se aporte menos a la polarización y los enfrentamientos.
No se trata de congregarse alrededor de un personaje, sino de remar en conjunto para que la nave llamada Ecuador avance a buen puerto. Sí, se requiere de la unidad ciudadana, pero también de que los políticos entiendan la real dimensión de lo que está en juego: no es una participación electoral o un interés particular, económico, social o de otro tipo; es la oportunidad de trabajar en equipo contra la delincuencia, la inseguridad, en favor del desarrollo, de la economía, del trabajo, de las obras que espera la población.
Publicidad
Cómo se canalizará el llamado a la unidad. Aún es temprano para avizorarlo, pero es deseable que autoridades y ciudadanos caminen juntos. Que haya menos confrontación y más cooperación en beneficio de la sociedad. (O)