Ante toda acción hay reacción. Con esa frase el jefe de la Policía de la Subzona Esmeraldas, Julio Velázquez, intentaba ayer explicar que luego que este año se han decomisado tres toneladas de droga en esta provincia fronteriza con Colombia, la delincuencia organizada responde con violencia. La masacre en el puerto artesanal, que quedó grabada en cámaras de seguridad, añade angustia a un país que día a día observa cómo los hechos de terror escalan con celeridad.

No es la misma celeridad que observan en la reacción estatal. El presidente Guillermo Lasso ofreció, junto con la Policía y las Fuerzas Armadas, capturar a los responsables del hecho criminal.

Que se los capture y se los sentencie es un punto. Pero hay mucho más por hacer.

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El temor con el que viven los habitantes de Esmeraldas no tiene relación solo con la matanza del último martes. El sicariato, los decapitados, las extorsiones, el tráfico de drogas, los secuestros no son un secreto en la provincia.

Esmeraldas dejó de ser una tierra siempre feliz, como reza su himno, y muchos han preferido migrar al ver que todo lo que ocurre anula el porvenir.

Que capturen a los responsables de la masacre en el puerto y que cumplan sentencia; que también se aprese a quienes cometieron el atroz crimen de tres jóvenes cantantes; que reciban castigo los que decapitaron a un hombre, los que disparan y los que extorsionan e impiden que cualquier trabajador o comerciante pueda crecer y vivir dignamente.

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Si toda acción genera reacción, que reaccionen las autoridades contra los que están acabando con vidas y con las posibilidades de progreso. Con temor no hay opciones para el Ecuador.

Hoy se hace más presente el lema “Esmeraldas libre por rebelde y por rebelde grande”, libres de dolor, libres de delincuencia, libres de injusticia, así queremos vivir los ecuatorianos. Todos somos Esmeraldas, a todos nos está tocando la violencia y todos nos levantamos a exigir reacción y seguridad. (O)