Los valores personales son creencias que definen quiénes son las personas, son una brújula para saber conducirse en el camino de la vida y decidir cómo comportarse ante diversas circunstancias.
Si se observa el devenir de la gestión empresarial, predominó originalmente la Dirección por instrucciones; quienes estaban al mando decían lo que tenía que hacerse y cómo se tenía que hacer, y el resto acataba, y para lograrlo se creaba un conjunto de controles. Con el tiempo se demostró que las personas prefieren sentirse dueñas de lo que hacen, nació entonces la Dirección por objetivos, que consiste en plantear metas por las que luchar y entregarse. La obsesión por el resultado desembocó en distorsiones, desde metas imposibles de alcanzar, recompensas y castigos considerados injustos hasta atajos a veces no éticos con tal de alcanzarlas. Simon Dolan y Ken Blanchard se percataron de la necesidad de dotar de un espíritu cohesionador y motivador que diera sentido a las instrucciones y las metas en torno al propósito de la empresa. Estos autores resaltaron que los valores compartidos por los colaboradores de una empresa aportan ética, emoción y resultados económicos; cohesionan los esfuerzos cotidianos, crean identidades colectivas, facilitan el consenso de metas y encauzan la visión hacia donde deben ir todos. Concluyeron que son más poderosos que las normas y reglamentos en cuanto a simplificar la complejidad y comprometer el comportamiento; propusieron ubicar los valores en el centro del quehacer humano de la empresa, creando la Dirección por valores.
El impacto de los valores va más allá del mundo personal y empresarial; la evidencia muestra que países y regiones con determinados valores, como Japón, EE. UU., Noruega, Holanda, Suiza, el norte de Italia, entre otros, son más prósperos.
Estudios recientes comprueban que las sociedades donde las personas están en desacuerdo sobre los valores clave se ven afectadas económicamente de una manera negativa porque hace que la coordinación sea menos eficiente, lo que resulta en una menor calidad del gobierno y menor provisión de bienes públicos.
¿Cuáles son los valores que influyen en el bienestar económico de un país? Los tradicionales, como el civismo, la justicia, el respeto a los demás, el cuidado de la familia, la responsabilidad, la honradez, la generosidad, la ética profesional, el esfuerzo y la solidaridad. A los que se suman valores emergentes, como la innovación, la felicidad, la responsabilidad social, respeto al entorno natural, la equidad de género, la salud, la libertad de iniciativa, la tolerancia, entre otros.
Estamos ante un momento crítico que nos ofrece la oportunidad de adoptar valores compartidos sobre los que queremos construir una sociedad próspera. Los valores se gestan con el ejemplo, la educación y el cambio de las conductas de vida. Son las familias, las escuelas y universidades, las empresas, las asociaciones profesionales, los medios de comunicación, los colectivos y los servidores públicos los llamados a darle “valor a los valores” y en consecuencia asumir el reto de enseñar, incentivar y practicar aquellos valores que aspiran a ver reflejados en la sociedad. ¿Asumiremos con responsabilidad este desafío? (O)