Cuando hablamos de abrir el sistema financiero de Ecuador al mundo, uno de los ingredientes esenciales es liberar las tasas de interés. Los críticos de la reforma temen que esto es un llamado a favorecer más a los banqueros que a los ciudadanos de a pie, mostrando una mentalidad de suma cero que asume que cuando se reprime y regula más a la banca –por ejemplo, poniéndole techos a las tasas de interés– les irá mejor a los consumidores y viceversa.
Los controles de precios destruyen la información que transmiten los precios en un mercado acerca de la escasez o abundancia de un producto frente a la demanda. Por esta razón, y aunque han existido desde antes de Cristo, los controles de precios han fracasado siempre y en todo lugar. Con el crédito sucede lo mismo que con los demás mercados: los controles generan escasez y mercados negros.
Mi colega Norbert Michel explica que los controles sobre las tasas de interés no logran alterar la demanda de crédito, por lo que se genera un desequilibrio: se encarece la concesión de crédito –conforme los bancos intentan compensar elevando tasas y cobros por otros servicios y productos– y se mantiene igual la demanda de crédito. En reacción a esta distorsión, las personas excluidas del mercado formal se las arreglan para conseguir y conceder créditos de otras formas más costosas.
En el caso particular de Ecuador, un estudio de Equifax publicado en 2021 señaló que, en promedio, quienes reciben un crédito informal de los llamados “chulqueros” pagan en promedio una tasa de interés anual de 1.238 %, a plazos mucho más cortos que aquellos del sector formal (vencimiento a 30 días plazo en muchos casos). Mientras tanto, en el sector formal, solo el 30 % de los ecuatorianos que tienen cuentas bancarias acceden a un producto de colocación (créditos y/o tarjetas de crédito).
Los controles de tasas terminan excluyendo sobre todo a los consumidores de ingresos más bajos, quienes suelen tener un perfil de riesgo más alto y demandar créditos de menor volumen. Por esta misma razón, no sorprende que un 71,8 % de los clientes del crédito informal (chulco) sean quienes buscan préstamos por montos inferiores a $ 500.
Y esto no sucede solo aquí. El FMI realizó un estudio acerca de los techos de las tasas en Kenya –introducidos en 2016– y concluyó que estos condujeron al colapso del crédito para las pymes y redujo la intermediación financiera, lo cual derivó en el aumento de prestamistas informales. El Banco de la República de Colombia analizó el efecto de los controles de las tasas de interés en América Latina entre 1980 y 2008 y encontró que “la presencia de un límite restrictivo a las tasas de interés está asociada con un menor nivel de profundización financiera en América Latina”.
Al eliminarse este control de precios, algunas tasas subirán y otras bajarán, pero el volumen total del crédito aumentaría y el costo promedio bajaría. Además, se incluiría en el sector formal a ese importante sector de consumidores de créditos que han sido relegados al mercado negro. Este es un ingrediente esencial para atraer a la banca extranjera, que puede inyectarle competencia al sector financiero y conectarnos al océano de la liquidez internacional. (O)