El exponencial aumento de la violencia e inseguridad en nuestro país debido al narcotráfico y la brutal arremetida de grupos de delincuencia organizada, fruto de aquello, el ajuste de cuentas, crímenes, secuestros extorsivos y asaltos a toda hora y en cualquier lugar, lavado de dinero e identidad, además de los enfrentamientos en el interior de las cárceles, ha obligado al Gobierno a decretar conflicto armado interno y el estado de excepción que le permite movilizar a las Fuerzas Armadas en apoyo a la Policía. Estas medidas resultan necesarias.
Siendo el narcotráfico una terrible amenaza, que ha rebasado nuestras fronteras, a la que hay que enfrentar con rigor, el presidente Noboa debería proponer una seguridad cooperativa que debe ser de largo aliento, con el apoyo regional de Estados Unidos y países de la Unión Europea.
Los ecuatorianos debemos vernos en el espejo de Colombia: en más de 60 años de violencia, producto de la insurgencia, del narcotráfico y de las bandas criminales, le ha costado alrededor de 8 millones de desplazados, 260.000 muertos y más de 83.000 desaparecidos.
El año 2000, el Gobierno puso en práctica el Plan Colombia, que concebía al narcotráfico como la fuente estructural del conflicto nacional:
“La violencia y la corrupción, alimentados por el narcotráfico, han generado desconfianza entre los inversionistas extranjeros, hecho que ha sido uno de los mayores obstáculos en nuestro camino hacia la modernización. La inversión extranjera es un elemento esencial en la generación de empleo y en el logro de una posición estable y próspera para Colombia en un mundo ahora globalizado”.
Las estrategias aplicadas en el Plan Colombia eran las siguientes: “Fortalecer una economía que estimule la inversión privada, incrementar la capacidad de recaudar impuestos por parte del Estado y contrarrestar las fuerzas del narcotráfico. Reposicionar la imagen de Colombia en los mercados internacionales. Buscar la paz. Hacer una reforma a la justicia. Combatir el narcotráfico. Ejecutar programas de desarrollo alternativo. Fomentar la participación social para fortalecer el Gobierno local. Pensar en el desarrollo humano con el fin de garantizar salud y educación a la población más vulnerable. Trabajar de la mano de la comunidad internacional para superar el problema de la droga”. Siendo similares los problemas en nuestro país, se deberían aplicar similares estrategias en la seguridad cooperativa.
Para los problemas que afronta nuestro país, especialmente relacionados con el flagelo del narcotráfico y sus graves delitos conexos, debería servirnos de experiencia lo vivido por Colombia para implementar la que sería la seguridad cooperativa en la que se sumen los países de la región afectados por ellos.
La gravedad de este problema que afronta nuestro país requiere no solo el esfuerzo del Gobierno, sino de todos los estamentos del Estado, de la Asamblea Nacional, de la Justicia, de los Gobiernos seccionales y de todos los ecuatorianos a través de una gran cruzada cívica por la paz, la seguridad, la justicia y el desarrollo en el marco de una democracia plena. Con voluntad política, sí se puede. (O)










