A nivel mundial y regional después de la II Guerra Mundial se crearon varios organismos para garantizar la paz, tal como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un pacto de defensa mutua firmado en 1947. El artículo 3.1. señala, en caso de “Un ataque armado por cualquier Estado contra un País Americano, será considerado como un ataque contra todos los Países Americanos, en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la ONU”.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) firmado en 1949, inicialmente integrada por 10 países de Europa y 2 de América, Estados Unidos y Canadá. Uno de sus artículos, señala: “Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas”.
En nuestro país, en 1995, en la Guerra del Cenepa, de conformidad con lo estipulado en el Acuerdo de Paz de ltamaraty, en marzo de 1995, llegaron a la zona de conflicto militares de los países garantes (EE. UU., Argentina, Brasil y Chile) como parte de la Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú (Momep), para garantizar el cese de fuego, la separación de fuerzas y la desmovilización, su misión terminó en junio de 1999, después de más de cuatro años.
Varios países de la región, incluido el nuestro, estamos siendo víctimas de la agresión brutal de la delincuencia internacional que junto a las bandas criminales del narcotráfico han cobrado la vida miles de víctimas, muchas de ellas inocentes y tratan de someter a los países a través del terrorismo, la intimidación, el secuestro, extorsiones, etc. La arremetida de estos criminales es cada vez más agresiva y brutal, no solo que cooptan a niños y jóvenes y los utilizan como sicarios, igual a policías y militares que sucumben ante el dinero fácil; la contaminación de jueces, fiscales y autoridades especialmente seccionales ya no sorprende.
Frente a esta arremetida del crimen organizado internacional y el narcotráfico, nuestro país requiere de la cooperación internacional inmediata y eficaz, es de esperar que los países que tienen recursos, tecnología y son los mayores consumidores de la droga como Estados Unidos y Europa, nos brinden su apoyo. En nuestra frontera norte, en los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo, los sembríos de hoja de coca y la producción de la droga han aumentado exponencialmente, a esto se suma la minería ilegal, el contrabando de hidrocarburos, armamento, precursores para el procesamiento de la droga, municiones, explosivos; además, la presencia de bandas criminales y la inacción del Gobierno de Petro hacen de esta frontera una amenaza para nuestra seguridad.
Las referencias señaladas en los primeros párrafos se refieren a conflictos armados internacionales, los tiempos han cambiado y las amenazas son diferentes, los convenios deberían revisarse, especialmente el TIAR, y poner a consideración de los países de América la seguridad cooperativa. (O)