En días recientes, el nuncio apostólico de su Santidad en el Ecuador, monseñor Andrés Carrascosa, concurrió a la ciudad de Riobamba para presidir la ceremonia en la cual tomaba posesión el nuevo administrador apostólico de la Diócesis de Riobamba.

Este acto era la lógica consecuencia de la renuncia presentada a su cargo por el obispo saliente, monseñor Julio Parrilla.

Presentada la renuncia, como toca a cualquier obispo que cumple 75 años de edad, el papa Francisco la aceptó. Sin embargo, medios de comunicación primero, y las redes sociales luego, indicaron y repitieron que monseñor Parilla había sido cancelado por el papa, por supuestas irregularidades en el ejercicio de su ministerio pastoral.

Durante la ceremonia en Riobamba, con absoluta firmeza, el nuncio pronunció exactamente las siguientes palabras:

“He querido, como representante del papa Francisco, hacerme presente en esta toma de posesión del administrador apostólico, ceremonia a la cual normalmente no asisto.

“Quiero comenzar dando las gracias a mis hermanos obispos, numerosos, que sin invitación ninguna por parte de nadie hemos venido a acompañar a la diócesis de Riobamba, a arropar a dos hermanos nuestros que han sido calumniados estos últimos días, y a apoyar al nuevo administrador apostólico.

“Quiero decir alto y claro, y espero que los medios de comunicación tomen nota, sobre todo aquellos que se han dedicado a calumniar: Es absolutamente falso que el papa Francisco haya destituido a monseñor Parrilla. El día que monseñor Julio Parrilla cumplió 75 años, el 25 de marzo, estuve 45 minutos en audiencia privada de trabajo con el papa Francisco y sé perfectamente lo que el papa Francisco piensa de monseñor Julio Parrilla y del padre Gerardo Nieves.

“Y quiero que quede claro que todo lo que ha salido fuera de esto es mentira. No podemos generalizar; hay medios que lo han hecho seriamente, pero hay medios que lo han hecho sin ninguna profesionalidad y sin ninguna ética y creo que en una sociedad sana todos los ciudadanos tenemos derecho a reclamar que haya ética en quien tiene un poder tan grande como el de la prensa. No se puede asesinar a las personas en los medios de comunicación gratuitamente con mentiras. Y quiero que quede bien claro: Monseñor Julio Parrilla le transmito el afecto y el apoyo del papa Francisco. Él estaba muy al corriente que usted hace año y medio que viene diciendo que después del 25 de marzo no puede seguir”.

La contundencia de las declaraciones del nuncio no deja duda alguna del tamaño de la infamia que fue la noticia falsa, y además, el abominable uso de la misma en redes sociales, por parte de muchas personas que trataron de despedazar a monseñor Parrilla y al padre Gerardo Nieves. Ambos totalmente respaldados por el nuncio, ambos recibiendo la voz de aliento del único representante oficial del Vaticano y del papa en el Ecuador.

Pero la pregunta es: ¿Van a pedir disculpas los medios que dieron la noticia? ¿Van a pedir disculpas las personas que a través de las redes mancillaron el honor de un pastor justo el momento de su retiro?

Cierto que las muestras de respaldo a monseñor Parrilla han sido muchas, muchísimas. Cierto que, comenzando por la Conferencia Episcopal del Ecuador, muchas muchísimas personas e instituciones le han mostrado respaldo. Pero no es menos cierto que la masiva crucifixión de monseñor Parrilla no se repara con esos apoyos. El daño moral causado es simplemente gigantesco.

Y como fui personalmente víctima de linchamiento mediático, y de la infamia de la persecución, no puedo dejar de expresar mi solidaridad a monseñor Parrilla y al padre Nieves, y de decir que no se puede seguir viviendo en un mundo en el cual la ofensa es gratuita, y el poder de medios y redes sociales pueda ser usado con tanta capacidad destructiva.

Fui víctima de una terrible persecución. En dos ocasiones el máximo tribunal de la república declaró que mi juicio era nulo. Nulo de nulidad absoluta. Es decir, que era un juicio que jamás se debió haber iniciado. Sí, los medios de comunicación dieron la noticia de la anulación, pero aquellos que años antes opinaron, que sentenciaron, que se llenaron de calificativos y se transformaron en jueces jamás pidieron disculpas, ni hicieron un análisis de la barbarie jurídica que significó ese proceso. Solo dieron la noticia de que se había anulado. Por ello, comprendo a monseñor Parrilla, porque ha sido víctima de una infamia, y, lamentablemente, las disculpas no vendrán, lo máximo que se hará es hacer saber al público lo que el nuncio ha dicho, pero no habrá la palabra: “Perdón monseñor, la noticia fue una infamia”. Eso no vendrá, por más que el nuncio habló fuerte, alto, y claro.

Ese es el drama que vivimos, lamentablemente. Es muy fácil destruir la honra, transformarse en juez, sentenciar a las personas con noticas o información en medios o redes. La reparación, la disculpa proporcional, eso jamás se da. (O)