Precisamente el domingo mientras cenaba con mi familia, el hermano de mi esposa me recordaba que hace nueve años atrás se lanzó una parodia de la famosa ópera La Traviata de Verdi. La denominaron La Feriatta, y no me atrevo a señalar su autoría porque a sabiendas de que ni juntando a diez hacían uno, dudo que una sola persona del correísmo tenga el ingenio para crear algo tan bien logrado, duro, cínico, probablemente si hubiera sido algo denominado La Correata de algún pelucón, incluso terminaba tras las rejas por difamación, pero bien logrado, a fin de cuentas, en términos artísticos, según mi poco criterio operístico, capaz ni bien logrado llega a ser.

Hoy vemos que se ha levantado el fantasma de la inestabilidad, del golpismo, del chantaje...

Sin embargo, me resonó en la cabeza las sabatinas, los periódicos rotos, las burlas y lo que tenemos prohibido olvidar, y precisamente me acordé que estamos recogiendo los frutos de un país engatusado por diez años, aproximadamente, donde nos pusieron a uno contra otro, donde se trabajó con paciencia de artesano el resentimiento, se crearon odios por condiciones sociales, se dividieron entre pelucones y víctimas de pelucones, conocí a gente que me llegó a afirmar que votaba por Correa porque le iba a quitar el privilegio a los que tenían casa y carro, no importaba si se lo ganó honestamente, no importaba si tenía argumento su afirmación solo importaba votar por el rencor encarnizado.

Hoy vemos que se ha levantado el fantasma de la inestabilidad, del golpismo, del chantaje, auspiciado por un poncho rojo, que propició el brutal octubre del 2019, donde solo hubo perdedores, destrucción, violación de derechos humanos, de esos humanos que salen a reclamar un país mejor, guiados por líderes con agenda, y no porque reine la ignorancia, sino que impera la confianza del pueblo traicionada por quienes gozan de esta.

Del otro lado vemos los que se sienten inseguros, están sin medicinas, al que le pusieron más impuestos, a los que no le cumplieron las ofertas de campaña, al que el sueldo no le alcanza, al que los intereses se lo llevan en peso, los que quieren emprender o quieren sacar a flote su negocio, confiado en unos zapatos rojos que ahora andan desorientados, firmando decretos borradores, atentando directamente contra los derechos que juró defender cuando le colocaron su banda presidencial.

Pero, ¿y los que realmente batallan por el país?, los que estamos en medio de estos dos rojos, luchando por nuestros sueños a diario, los que queremos trabajar, los que necesitamos paz, olvidar la pandemia y sus estragos y podernos parar, de los que necesitamos criar nuestros hijos con derechos, ¿dónde quedamos? No es momento de buscar la salida del presidente que empezó con tropiezos heredando un país en llamas pero que va un año de gestión, no es momento de destruir la calle, es momento de enmendar, de recuperar las riendas de lo que se escapó, de dialogar, de consensos, de buena educación y salud, de nuevos líderes sociales sin agenda, de niños felices, nutridos y sin miedo, es el momento de preocuparse del país y no de quién es el más valiente en una pelea donde roja es la calle en que masacran al pueblo sin importar de qué esquina del ring están. (O)