El pasado 5 de diciembre el Gobierno estadounidense hizo público un documento, un “paper”, de 33 páginas con el título de “National Security Strategy of the United States of America”. Como su nombre lo indica el documento tiene por finalidad establecer cuál es la estrategia internacional de los Estados Unidos para garantizar su seguridad nacional. Cabe recordar que una de las críticas que recibió Trump durante su primer periodo presidencial fue precisamente la ausencia de una estrategia en política exterior, y que ello era la razón por la cual sus decisiones en esta área eran erráticas, por decir lo menos. Bien, ahora al parecer se pretende corregir esa falencia con este documento; aunque algo atrasado, pues ya lleva un año de haber sido elegido.
El documento es interesante, pues revela las serias contradicciones en las que lamentablemente está atrapada la primera potencia mundial. Para comenzar, más que una estrategia, el documento parece un manifiesto ideológico de Trump y del movimiento populista que domina al Partido Republicano, al menos por ahora. Una estrategia para que sea tal debe proyectarse al largo plazo. Ello exige un mínimo de consenso entre los diferentes actores, pero eso es algo que lamentablemente no existe hoy en día en los Estados Unidos debido a su profunda polarización política y social. Uno no puede dejar de observar leyendo este documento en la profunda diferencia que existe entre él y la estrategia diseñada por Harry Truman para enfrentar a la Unión Soviética a partir del famoso “Long Telegram” (8.000 palabras) enviado desde Moscú por el diplomático George Kennan en febrero de 1946. Una estrategia que obtuvo el consenso de las élites estadounidenses y que fue sostenida a lo largo de cuatro décadas, con ajustes hechos por Kissinger en los 70, hasta que el presidente Reagan la llevó a su victoria. O la estrategia de Kennedy lanzada en 1962 para que su país llegue a la Luna antes de terminar la década. O, para irnos más atrás, la de Octavio para construir el imperio romano. Y así por el estilo.
El documento de Trump no solo que es contradictorio en muchas partes –intervencionismo no, pero sí…–, sino que tiene un aire de cruzada moralista y ribetes mesiánicos para dizque salvar a la “Civilización Occidental” de su supuesta decadencia. Y es que si algo define a dicha civilización son los principios de un gobierno democrático, la defensa de los derechos humanos, la tolerancia religiosa, la libertad de expresión y prensa, el Estado de derecho, el respeto a la soberanía de los Estados, el derecho internacional, y la libertad de comercio, entre otros. Principios que lideró (y aprovechó) Washington por décadas, pero que Trump viene socavando, sin importarle las consecuencias. De paso, el documento deja entrever una profunda animosidad y hasta desprecio hacia las democracias europeas y sus líderes, y su preferencia por las autocracias. Se llega al extremo de acusarlos por sus esfuerzos por defender a Ucrania frente a la agresión rusa.
El documento pone algo de atención a América Latina (por fin…), pero lo hace para revivir la vieja doctrina del expresidente J. Monroe que sustentó la posterior política del garrote, doctrina que provocó una gigantesca reacción nacionalista en toda la región. Un documento revelador, sin duda. (O)