Hace un tiempo, en el curso de escritura, analizaba un meme de dos fotos y una frase: en el lado izquierdo, un perro; y, en el lado derecho, un cerdo. En la parte inferior decía: “Por qué amas al uno y te comes al otro”. El debate se volvió intenso gracias abdas veganas. Y una de ellas con lágrimas en los ojos nos recordó la crueldad de los seres humanos con la naturaleza. Sus reflexiones me vuelven a la cabeza a propósito del nuevo Premio Nobel de Literatura.
Este año el premio fue otorgado a László Krasznahorkai, un autor húngaro de cuya pluma surgió el texto Relaciones misericordiosas. Relatos mortales es un libro con ocho narraciones breves que combinan el humor europeo y las situaciones que tensan la lógica cotidiana, con la complejidad de los vínculos de las personas y las sociedades.
La segunda narración se titula Hernán, el guardabosques, en ella describe cómo un hombre jubilado se postula para el cargo de custodio del parque aledaño a un poblado. Una vez posesionado, recorre el parque y descubre que las malezas y animales de todo tipo habían invadido los senderos de caminata. Al mismo tiempo, la zona de caza estaba tomada por animales salvajes.
Hernán, con sabiduría y disciplina impecables, limpia los senderos y coloca trampas para los animales indeseables, y así, en una acción estratégica, restaura la lógica humana de la caza. No obstante, un día en particular presencia la muerte de uno de los animales que cayeron en las geniales trampas diseñadas por él. Al acercarse y sentir la agonía de ese ser, un cambio súbito de perspectiva lo ilumina y entiende que son las personas, los miembros del poblado, los culpables del sufrimiento de los animales, y promueve una venganza inusitada… Finalmente, Hernán es descubierto y ajusticiado por las autoridades.
Krasznahorkai planea en cada relato ese cuestionamiento –disimulado y brillante– hacia las sociedades, que crean leyes, órdenes, jerarquías y valoraciones, sobre todo aspecto. Y su reflexión deja más bien a quien lee ese espacio para juzgar el hecho y en ese ejercicio juzgarse; aunque Krasznahorkai no se anima a proponer un cambio de estructura o una perspectiva social disruptiva. De ahí que sea exactamente esa capacidad de invitarnos a cuestionarnos lo que le mereció el reconocimiento mundial.
El silencio y la constituyente
Proponer un orden diferente requiere esfuerzo. Pero, al igual que mis estudiantes que les conmovió la perspectiva vegana, la mayoría no la asumiría nunca y mientras reflexionaban sobre lo tratado en clases, disfrutaban de una rica hamburguesa con tocino... Porque las propuestas de un nuevo orden son desafiantes, pero tienen pocos militantes.
Pero volvamos a nuestro país, si triunfa el sí en las elecciones, hay la probabilidad de cambiar la actual Constitución de la República del Ecuador (2008). Y plantear nuevas condiciones legales para producir, estudiar, vivir y soñar. Esperemos que se formulen no solo utopías y discursos huecos, sino que cada propuesta responda a una viabilidad técnica, presupuestaria y social, producto de un análisis serio y verificable. (O)










