Nuestro sistema de salud es una entelequia diluida en discusiones triviales de políticos, gremialistas y pacientes insatisfechos. Para muestra recordemos el desastroso Código de la Salud (COS), creado cual colcha de retazos, donde incluyeron todo lo que cualquiera propuso sin ningún orden, visión de transformación ni viabilidad de los mandatos constitucionales. Asalta este miedo: a propósito del eslogan del encuentro, ¿la propuesta del COS será aún más desarticulada y con ello no solo inservible sino peligrosa?
El problema de la salud con sus aristas de atención médica y hospitalaria va por un derrotero de abandono y desidia que espantan. Transcribo parte del lamento en Twitter de una madre y abuela –Anika– ante el maltrato y horroroso encuentro con la salud pública en el Guasmo: “Una vez ingresada es como que entró a la cárcel, no sabes nada de tu hija (…), ha sido una tortura para ella, ahora que después de tres días nos cuenta lo que pasó ahí adentro y para nosotros que hemos tenido que estar peor que animales en sol o la noche de lluvia (…), a escondidas le pasamos un teléfono… Mucha gente no tiene dónde quedarse, duermen en la acera, hasta niños porque son de provincia (…), que no sepas de tu familiar hasta que te avisan que murió o porque necesitan los insumos o medicina es terrible”. En pocas horas recibió cientos de mensajes de solidaridad, otros le pedían que denuncie y también politiqueros desubicados que creen que el expresidente prófugo tenía al sistema funcionando de maravillas. Hubo también personas contando sus malas experiencias: Claudia padeció algo similar en la emergencia de la Maternidad Isidro Ayora, “… que nos van a denunciar o sacar del área por usar el teléfono…”. Por lo visto es una espeluznante recomendación mantener incomunicados a los pacientes. Incomprensible, están casi todo el día solos y en momentos de vulnerabilidad inmensa en las camas hospitalarias. Ella además presenció, como tantas personas, el maltrato a adolescentes embarazadas. Una horripilante cantidad de frases inapropiadas de personal de salud que deberían conmover al presidente y autoridades para hacer algo drástico que transforme totalmente el sistema. Hay demasiadas personas trabajando en centros de salud sin ética ni vocación. Hay otros agotados, ellos hace rato no resisten el ritmo casi inhumano en condiciones de trabajo deplorables. La mayoría de usuarios desesperados atacan al personal de salud por no dar atención adecuada. Pero faltan insumos, medicamentos, tiempo y un largo etcétera que de ninguna manera justifica el maltrato. Cuando hay tantos problemas –también en el sistema privado o seguridad social– es evidente que se requieren cambios estructurales. Sancionar a miles de personas que hacen su trabajo en condiciones precarias es absurdo. El COS así como la reorganización del sistema nacional de salud deben empezar a deliberarse YA. Ojalá Lasso enfrentara estos temas técnicamente, con amplias discusiones públicas de modo que al llegar al Legislativo sea poco lo que quede por discutirse. La pandemia no logró unir a los políticos para luchar contra la crisis sanitaria, la respuesta está en la comunidad, junto con los profesionales de salud y las universidades. (O)