Los últimos acontecimientos políticos han tenido en vilo a muchos ciudadanos, entre los que me cuento. Intento responderme a mí misma por qué me interesa tanto, y no tengo respuestas satisfactorias. Me interesa la política, nunca he pertenecido a ningún partido y creo que no comprendo su dinámica. Desde los 18 años, en que voté por primera vez, nunca he faltado a ningún evento electoral, donde quiera que me encuentre.
La última semana de elecciones en la Asamblea fue como estar en la final de un campeonato mundial de fútbol donde el campeón se define en tandas de penales. Agotador.
Y en esa dinámica surgían muchas preguntas para las cuales no sé las respuestas. Recuerdo siempre a un amigo que me decía: “Cuando se elige presidente no es un juego de ángeles ni la política tampoco”. Sí, decía yo, basta que sea una competencia entre personas que representan partidos que cuando ocupen el cargo gobiernen para todos. Por eso consideraba y considero importante conocer sus propuestas, porque ellas guían la elección.
Pero en realidad no es así. Cuando ejercen el voto muchos piensan en el puesto que pueden lograr, en el amigo que les podrá ayudar, en los bonos que podrán tener. Esperan mejores trabajos, educación, salud a partir de las políticas públicas. En general, un estremecimiento de esperanza recorre las mesas electorales. Amo esa alegría contenida, porque indica una ilusión movilizadora.
¿Por qué quieren los diferentes partidos ganar una elección y tener mayoría en la Asamblea? Se supone que para proponer leyes que van dentro de las propuestas que son la base de los motivos para elegirlos. Me resulta más complicado entender por qué quieren ganar la presidencia de la Asamblea. Es un cargo importante, pero en democracia este no debería imponer su agenda, se debe a todos. ¿Por qué se promete tener acceso a elección de otras autoridades para que apoyen una candidatura? ¿Por qué quieren cambiar las autoridades: para beneficiar a la ciudadanía o para beneficiarse a sí mismos, a su partido, a sus empresas, a sus amigos?
La moral que debe atravesar las conductas humanas no la tiene un partido, la tienen las personas. Puede haber un código de ética, pero son los asambleístas quienes tienen comportamientos éticos. Cuando se propone algo con lo que éticamente no se está de acuerdo, ¿por qué se debe votar en bloque? La ética es una práctica irrenunciablemente individual, intransferible, íntima, sostiene Savater.
¿Los asambleístas son robots que siempre deben obedecer, aun cuando no estén de acuerdo? La democracia interna todavía no es una realidad en la mayoría de los partidos. ¿Se puede discrepar en casos puntuales que involucran la ética de manera clara, sin que los que piensan diferente a lo que pide el partido tengan que abandonar partidos o movimientos o ser castigados por ellos?
¿Por qué cuando se rinden cuentas solo se dicen logros y no lo que faltó por hacer? Ambos aspectos son importantes. Y que se diga lo que aprendieron en el camino. Por ejemplo, que hay que escuchar a los propios involucrados para poder legislar o hacer buenas obras. Me gustaría que en la rendición de cuentas se incluya lo que ha costado al Estado el trabajo del funcionario y sus asesores.
Definitivamente no conozco la política… (O)