Según el Relativismo ético de Montaigne, lo que un día puede ser aceptable, puede no serlo en otro tiempo.
Eso, me parece, ocurre con la propuesta del presidente de la República de convocar una asamblea constituyente, para lo cual ha recibido, con la velocidad de la luz, la aprobación de la Corte Constitucional y, con la misma velocidad, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha puesto manos a la obra.
Aunque muchos ciudadanos hemos pensado desde hace varios años en la conveniencia de la sustitución de la actual Constitución, los hechos de violencia e inconformidad social que vivimos, parecería hacen inconveniente el momento para una serena preparación de un nuevo Estatuto fundamental. Por su parte, el Gobierno, al conocer que la Corte Constitucional ha suprimido la vigencia, por inconstitucionales, de sus primeros dos decretos estrella de su política, anuncia que buscará su vigencia en la propuesta asamblea constituyente. Así lo dice la nueva ministra de Gobierno. Entonces estas materias, y las de eventuales nuevas declaratorias de inconstitucionalidad de la Corte de los otros decretos que ha suspendido, más las otras dos de reforma constitucional que serán consideras en referéndum, serían las que se discutan en la campaña y en la Asamblea Nacional. En las presentes circunstancias, no habría una Constitución que una a los ecuatorianos.
El uso excesivo de la fuerza por parte de la fuerza pública ha demostrado que es absolutamente inconveniente el concederle indulto anticipado por sus eventuales abusos. La muerte de un manifestante y el golpear al que quiere auxiliarlo ha conmovido a la gente. No cabe que este indulto conste en nuestra legislación. Ni los emperadores romanos gozaban de ese poder de abuso, al menos, no por ley. Ningún tribunal internacional, como el de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la aceptaría.
Se ha producido, además, un incidente diplomático de gravedad: varios embajadores acreditados ante nuestro gobierno aceptaron una invitación oficial para acompañar al presidente en su visita a la zona de conflicto, y fueron objeto directo o indirecto de agresiones por parte de los manifestantes. El embajador de Italia –que se encontraba entre los invitados– ha calificado de “muy preocupante” el maltrato y vandalismo al convoy en el que viajaba el presidente Daniel Noboa, y denuncia agresiones contra la misión internacional. Parecería que no fue muy prudente la concurrencia de los diplomáticos al sitio de las manifestaciones, que no son de terroristas, pero sí de resistencia local, y, en los enfrentamientos, se tornan fácilmente en violentas. Este incidente debe tomarse en cuenta para determinar si es el momento adecuado para la convocatoria a una asamblea constituyente. Las Naciones Unidas pide el inicio urgente de un diálogo nacional.
En el mismo orden diplomáticos, la vocera del Gobierno anuncia la nueva visita de la secretaria norteamericana de Seguridad –Homeland Security– para determinar la instalación de bases norteamericanas, al parecer en Galápagos. Esto, antes del referéndum de reforma constitucional. (O)