A la pregunta de por qué mató a 400 pacientes en hospitales de Estados Unidos con dosis letales de insulina, la brutal respuesta del enfermero C. Cullen fue “porque nadie me detuvo”. Interpretado por el genial E. Redmayne en El ángel de la muerte, el hombre es despedido bajo sospechas de algo turbio, pero nunca es acusado.
Escribía un paper sobre amenazas y oportunidades del siglo XXI y recordé la respuesta. Algunas reflexiones:
J. N Harari, en Homo deus, advierte que hay que proteger a la humanidad y al planeta de peligros inherentes a nuestras ambiciones para alcanzar la inmortalidad, la felicidad y la divinidad. Queremos ser jóvenes por siempre; tener más poder, dinero, casas y carros, sin importar a quiénes se perjudica o cómo se degrada la biósfera.
El enunciado de hoy es comprar y luego existir, adelanta Z. Bauman en Sobre la educación en un mundo líquido. Se nos adiestra para que los regalos compensen a las personas por la compañía que deberíamos darles; tal analgésico moral desmorona los vínculos humanos.
B. C. Han, en La sociedad del cansancio, subraya que el sujeto de rendimiento contemporáneo se violenta a sí mismo; se cree en libertad, pero se halla encadenado como Prometeo. Es un sujeto de autoexplotación, presa de un cansancio infinito.
E. Morin, en sus textos, nos llama a civilizar la tierra, reformar el pensamiento y tomar conciencia de la comunidad del género humano: “Cuando un sistema es incapaz de tratar sus problemas vitales, o bien se desintegra, o bien es capaz en su desintegración de metamorfosearse en un meta sistema más rico, capaz de resolver sus problemas”.
D. Meadows planteaba en Los límites del crecimiento (1972) que alrededor del 2020 se detendrían cinco factores determinantes. Hace poco, Meadows remarcó que, si las tendencias en la población mundial, industrialización, contaminación, producción alimentaria y uso de recursos naturales no cambian, llegaríamos al límite planetario en los próximos 100 años.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2021/2022 de la ONU observa que la interacción de los retos actuales presenta un complejo de incertidumbre, por tres fuentes interconectadas: sistemas planetarios desestabilizados del Antropoceno (era de impacto humano en el ecosistema), búsqueda de transformaciones sociales e intensificación de la polarización. Urge deliberar sobre los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, a través de educación, representatividad y reconocimiento a la diversidad.
En suma, vivimos una cascada de crisis, según la Cepal, y es nuestra responsabilidad hacer del mundo un lugar mejor. Respeto, por eso, los esfuerzos de Almacenes Tía para integrar a personas autistas con La hora silenciosa y los de Fasinarm en la inclusión educativa. Aplaudo el movimiento que lidera F. Compte para recuperar el centro de Guayaquil; así como los avances del Gobierno en la provisión de medicinas y la lucha contra el crimen organizado.
Pero pienso también en quienes cometen femicidios, en los narcotraficantes y sus vínculos, en los funcionarios corruptos, en los candidatos sentenciados… ¿Quién no los detuvo? ¿Qué no los detiene? (O)