Más allá de los fundamentos políticos y jurídicos del poder, me queda siempre la pregunta clave, ¿por qué el poder atrae tanto? Es, decía alguien, la más violenta pasión humana, y es, además, la que explica la existencia del Estado; es el argumento de innumerables represiones, la esperanza de todos los políticos y la ilusión de muchos ingenuos. Es la razón de las servidumbres y de algunos dogmas.