Empecemos con una frase clave: Ecuador no es un país petrolero, es un país que tiene petróleo. Ya no pesa como en el pasado, ni en el PIB, ni en las finanzas públicas, ni en exportaciones. Y hasta cierto punto es sano, porque no es fácil manejarlo, se tiende fácilmente a la “La Maldición de los RRNN” más que a “La Bendición”. Pero con más razón debemos potenciarlo, tomando conciencia de lograr un menor impacto en el medioambiente y humano, lo cual es muy posible tecnológicamente, pero al mismo como fuente de riqueza nacional, y para darle el mejor uso fuera del Gobierno propongo (lo he hecho frecuentemente) que los nuevos ingresos vayan directamente a un fideicomiso ciudadano que solo sirva para apuntalar una reforma a fondo del sistema de pensiones: el petróleo de todos, financiaría las jubilaciones sobre todo de los más pobres… Y esto debe darse en el marco en que, a nivel mundial, se ha frenado esa idea de que en 30 o 40 años ya no habría uso del petróleo en el mundo sino solo energías alternativas, lo cual no tiene ningún sentido, porque la eficiencia energética del petróleo es muchísimo mayor, porque el desarrollo de energías alternativas hasta ahora solo ha sido posible gracias a los enormes subsidios de los Estados con resultados medianos o incluso malos, y porque las cadenas de producción y de consumo en el mundo están hechas para el petróleo y el cambio es menos obvio de lo que algunos pretenden.
Cifras del sector. Producción actual: 470 mil barriles diarios, máximo de 550 mil hace 10 años, y un potencial probablemente entre 700 y 800 mil. Como la producción y en consecuencia las exportaciones han caído, la balanza comercial (exportaciones menos importaciones de combustibles) es de apenas 2 mil millones y en caída (importaciones de 7 mil millones). El subsidio a los combustibles importados está entre 1.000 y 1.500 millones de dólares, sobre todo diesel y gas. Debemos corregir todo esto, y entonces ¿empujar una mayor producción e ingresos? Sin ninguna duda.
Uno. ¿El futuro de Petroecuador? Desaparecer, solo empresas privadas tienen que invertir y producir. Obviamente, tener una pequeñísima organización estatal, que a nombre nuestro que somos los dueños del petróleo, negocie contratos y controle estrictamente su cumplimiento, otra opción puede ser (aunque me gusta bastante menos) que Petroecuador sea como Ecopetrol en Colombia, empresa estatal con socios privados que cotice en Bolsa y tenga altos estándares.
Dos, inversión privada a la vez en exploración para aumentar reservas que hemos abandonado desde hace 20 o 30 años, y en producción, lo que quizás requiere un cambio de ley para que no solo pequeños campos marginales sean trasladados a privados.
Tres, transporte, el año pasado venció la concesión del OCP privado y pasó al Estado, pero debe volver urgentemente a la empresa privada.
Cuatro, refinería, ojalá privados puedan construir a su riesgo una de calidad.
Cinco, ¿combustibles? Eliminar el monopolio de Petroecuador, permitiendo que cualquiera pueda importarlos (bajo estándares mínimo de calidad), liberar el precio de venta y focalizar un subsidio en el transporte público (con tecnología es muy fácil) … Como en el fútbol: ¡ojalá sí se pueda generando confianza! (O)











