Lo ideal sería que las percepciones siempre correspondan a las realidades y, desde este nivel, trabajar para mejorarlas. No siempre es así.

En las percepciones influyen las expectativas y, aún más que estas, lo que se quiera que sea; y también lo contrario: los miedos que se tengan. Con los impactos de la comunicación, en medios formales y en redes sociales, y la publicidad también, hay direccionamientos que generan contagios colectivos.

Cuando se está próximo a finalizar el año 2021, la macropercepción del Ecuador es positiva. Hay un Gobierno que ha tenido aciertos demostrables —en el tema del combate contra la pandemia de COVID-19, en vacunación se ha superado lo que han hecho países de mayor desarrollo, lo que ha permitido aproximarse a una normalización de actividades, estado de cosas que no debe llevar a descuidarse de los elevados riesgos que aún existen— y que en las relaciones internacionales y en el interior del país ha multiplicado espacios de diálogos y de propuestas, cuyos resultados hay que esperar se concreten.

En la ley tributaria, después de tropiezos iniciales, se está avanzando, aun cuando, para sectores que no evaden sus obligaciones, el impuesto progresivo a la renta va a llegar a los niveles mayores de la región, y se reincide en “por esta vez” el impuesto patrimonial. Hay un esfuerzo nacional por tratar de comprender que se llega a sacrificios, como consecuencia de errores e ilícitos multiplicados en años recientes; pero, con la expectativa de que hayan acciones correctivas en la gestión de gobierno y en el gasto público y que cesará la impunidad, con las consecuentes reparaciones que se demandan.

Faltan los ofrecidos segmentos de ley para la inversión y de un nuevo orden laboral, donde las cargas ideológicas son muy marcadas por quienes radicalizan los temas.

Cuidado con los riesgos de socavones, hoyos profundos por no prevención o atención oportuna, aun conociéndolos. Hay espacios en que debe ser impostergable introducirse para soluciones, aun cuando estas no sean las más deseadas, ni inmediatas, cuales son los temas de la seguridad social, IESS, Biess, Issfa e Isspol, con riesgos que podrían ser críticos a muy corto tiempo y con afectaciones a prestaciones y otras obligaciones que deban cumplirse en años próximos. La postergación de su atención puede tener la consecuencia de los socavones, momento en que se agravaría encontrar soluciones.

Hay deuda interna que se arrastra, que —expresan reclamantes— suma elevadas cifras de millones de dólares. ¿Cuáles los valores reales? Deben depurarse las cifras. De no hacérselo, siempre habrá el riesgo de que se pague lo que no deba pagarse; o, lo contrario, que no se pague lo que sí deba pagarse. También hay deuda externa de cientos de millones de dólares por fallos contra el Ecuador, en procesos que se perdieron en el exterior.

La lentitud de la administración de justicia es desesperante, lo que activa formas ilícitas para presionarla. Para todo se usan acciones de protección que se activan en horas. En cambio, los juicios que no siguen esa vía no avanzan. Realmente de miedo. La ética queda despedazada. (O)