Hace una semana se vivió el feriado de carnaval. Los pueblos indígenas de la Sierra norte han aprovechado la ocasión para introducir la festividad denominada ‘Pawkar Raymi’. Sin embargo, no es la continuidad de un ritual prehispánico, que resistió al embate de la Colonia y la República. A algunas posturas esencialistas les gustaría creer que es así. El peligro de este enfoque es que niega a los indígenas como individuos y a su cultura como entes históricos.

¿Cuál es el trasfondo del Pawkar Raymi contemporáneo? Esta festividad se inicia a mitad de la década de 1990, en las comunidades de Otavalo, un grupo de personas decidieron dar forma a un campeonato de fútbol que incluía actividades culturales para su entretenimiento.

La habilidad textil, musical y comercial de los miembros del pueblo kichwa Otavalo es ampliamente conocida, ya que, desde inicios del siglo XX abrieron rutas comerciales hacia el exterior y fueron esparciéndose por el mundo. En este contexto, el carnaval se vuelve un tiempo de reencuentro. Las festividades de diciembre han terminado, y los migrantes ecuatorianos que residen en el extranjero, sobre todo quienes comercian en el Hemisferio Norte, regresan al país para encontrarse con sus familias, comprar mercadería, descansar, y escapar del fuerte invierno.

El Pawkar Raymi está inscrito en la dinámica del ciclo comercial mundial. Los kichwas al reconocer la realidad del retorno de sus amigos y familiares notaron la importancia de tener actividades que permitan afianzar los lazos socio-comunitarios, un espacio propio para la distracción y la cultura, con la realización de eventos de calidad.

El campeonato fue poco a poco dándose a conocer como el ‘mundialito indígena’, y las producciones cada vez gozaban de una mejor calidad técnica, convocando a artistas de todo el mundo. Poco a poco, sus organizadores fueron identificando el relevante flujo económico que producía tanto el evento deportivo como los programas culturales, y sus consecuentes beneficios para la comunidad. Hoy en día, el Pawkar Raymi es una marca, y cada vez es más recurrente que empresas especializadas en la producción de eventos se hagan cargo de su programación. El Pawkar Raymi está inscrito en la dinámica económica mundial y en los movimientos migratorios que se producen.

Las festividades indígenas y su cultura no se han mantenido en una burbuja resistiendo al paso de la historia; al contrario, responden a las necesidades, deseos y relaciones de sus individuos en el mundo globalizado.

La ritualidad ha sido relegada por prácticas secularizadas, y lo comunitario también debe ser repensado. En Peguche, cada año la comunidad, a través de los priostes salientes eligen al prioste responsable de organizar la festividad para el año siguiente. Incluso este modelo parlamentario de elección es una especie de mímesis de las formas republicanas, para el reconocimiento de su lugar dentro de la nación, así lo señala Frank Salomon.

El Pawkar Raymi es una muestra de adaptación, innovación y empresa en los pueblos indígenas. (O)