El 24 de mayo, Daniel Noboa Azín asumió la Presidencia del Ecuador en un acto sobrio ante una audiencia que llenaba la sala y, por supuesto, ante los ciudadanos que desde sus hogares esperaban su discurso.

Lucha contra el crimen organizado, transformación económica, inversión social y defensa del “nuevo Ecuador” fueron sus palabras al referirse a una realidad que requiere “confrontación contra mafias, corrupción y estructuras de poder ocultas”. Luego hubo espacio para la esperanza cuando se habló de transformación y cambio. Y entonces, dejó claro que eso se centraba en lo colectivo, y a partir de ese momento lo que siguió, se mencionara o no la palabra, quedó claro que se refería a nosotros, a la dignidad y a la visión a largo plazo con que asumamos un reto que requiere entrega, colaboración y comprensión, porque la transformación que necesitamos no se logrará de inmediato.

Hubo también una advertencia: la corrupción no tendrá espacio en su gobierno y cada funcionario responderá por sus actos. “Nada avanza sin limpieza, vigilancia y seriedad”, añadió.

Amigos lectores, si están pensando que esto ya lo sabían, tienen razón, pero lo he traído a esta página porque creo que es solo una parte de la responsabilidad que nos toca en un proceso que como dijo el presidente requiere “limpieza, vigilancia y seriedad” y es allí donde la participación ciudadana es indispensable.

Limpieza, ¿qué podemos hacer? No estamos hablando de barrer las calles, estamos hablando de conductas limpias y eso supone, entre otras cosas, el fin de las componendas, de las coimas, del compadrazgo y el respeto a las leyes y a las normas y, por supuesto, el respeto a todos los ciudadanos cualquiera que sea su situación económica, su escolaridad y, obviamente, su vestimenta.

Vigilancia, porque tenemos derecho y deber de observar no solo la manera en que atienden a las personas, sino la forma en que cumplen con sus funciones. Y no solo debemos observar, debemos reclamar, protestar, denunciar si se requiere, no por hacer quedar mal al empleado, sino, precisamente, porque eso puede ayudar a que corrija su actitud y aplique debidamente las leyes, reglamentos y normas.

Seriedad, no se trata de rostros adustos, de malos tonos de voz, se trata de dirigirse con respeto a la persona a la que nos dirigimos, si pedimos una información, podemos hacer todas las preguntas al respecto. Si la persona que nos atiende no tiene las respuestas, debemos preguntar a quien le corresponde y si tampoco las tiene, debemos acudir al superior. No es solo una queja, es una contribución para que puedan ofrecer un mejor servicio, con formalidad, responsabilidad, prudencia, rectitud, serenidad.

El presidente planteó que el proceso de transformación requiere “limpieza, vigilancia y seriedad” y a partir de eso, la ciudadanía puede contribuir a la construcción de un nuevo Ecuador, participando realmente en el proceso, no solo criticando, sino presentando su planteamiento a quien corresponde y, si es del caso, aplicarlo en su comunidad. (O)