Recordemos cómo funcionan los sistemas monetarios con moneda propia, como era Ecuador con el sucre. Con la excepción de la moneda central en el mundo como es el dólar, y parcialmente alguna más como el euro, los bancos centrales (BC) que emiten moneda propia para su país deben respaldar dicha emisión y lo han hecho históricamente en esencia con oro (el llamado “patrón oro”) o con dólares (el “patrón dólar”), sin dicho respaldo la gente no tendría ninguna confianza en sus monedas (¡y muchas veces hasta con el respaldo hay desconfianza!). Pero los bancos centrales menos disciplinados emiten además dinero sin ningún tipo de respaldo, o con el respaldo de papeles estatales de poco valor que en realidad no es un respaldo sino un espejismo. De esa manera los BC disciplinados ayudan a mantener cierta estabilidad en la economía; los indisciplinados, todo lo contrario.
Cómo aprovechar la dolarización
Cuando el país (indisciplinado) escogió la dolarización en el 2000, esto implicaba algo muy sencillo: que los dólares que llegaban a la economía vayan directamente a manos de los involucrados, por ejemplo, las remesas donde los familiares, las exportaciones donde los correspondientes empresarios, las inversiones donde los que tomaban ese riesgo o las ventas de petróleo al gobierno, directamente a los bolsillos, sin necesitar ningún BC que intermedie o participe de una u otra manera en el proceso. Por ende, se podía eliminar el BC sin ninguna afectación al proceso económico. Desgraciadamente se dejó al BC “vivito y coleando” y se le encargó algunas funciones monetarias operativas, como el manejo de la cámara de compensación (que ajusta los flujos dentro del sistema financiero para sumar y restar lo que unos y otros se deben entre sí diariamente, y hacer una sola transferencia neta entre ellos), o llevar las cuentas del Gobierno, o tener en sus manos una parte de las reservas de liquidez de los bancos (lo que guardan para atender un eventual retiro de sus clientes).
Grave error, porque desde entonces el Banco Central ha estado buscando la manera de ampliar sus funciones y su presencia. Y lo ha hecho de varias maneras, entre otras. Primero, como no tiene obviamente la posibilidad de emitir “dólares” físicos, pues busca la manera de hacerlo virtualmente aprovechando que el dinero es ahora en esencia virtual (¿cuánto tiene usted en billetes y cuánto en depósitos que son virtuales en el sistema financiero?) como sucedió en la Revolución Ciudadana. Segundo, al considerar que los fondos de liquidez del sistema financiero son “ociosos” (no lo son, cumplen una función esencial de estabilidad y confianza para sus clientes), decide que puede tomarse ese dinero para financiar la economía. Tercero, como está sucediendo ahora con la Ley de Integridad, simplemente endeudarse con el exterior para con eso “apoyar la liquidez y los problemas de balanza de pagos” cuando el BC no debe tener ningún rol en esos temas de liquidez o de relaciones externas y eso lo hace para estar listo a “entrometerse” en la economía y ayudar al gobierno. En definitiva no ayuda, sino que debilita la economía dolarizada. ¿Qué debemos hacer entonces? Simplemente cerrar el BC y que alguien más haga sus funciones operativas (cámara de compensación, cuentas del Gobierno o liquidez bancaria). ¡Así nomás! (O)