La escena de un prefecto con su intendente en un mercado de abastos buscando a los “especuladores” para echarles la culpa de cuánto aumentó el precio del arroz es ya un atavismo. Es decir, revela una práctica arcaica que es producto de políticas erróneas en la importación de alimentos.

Los productos sensibles como el trigo, el arroz y el maíz pueden comprarse en los mercados internacionales en cualquier momento, por lo tanto, si existe un desabastecimiento es porque la importación está prohibida, o porque los permisos para importar son muy complicados, o porque existe una puja para inclinar la decisión del Gobierno sobre quién debe importar.

Agricultores ratifican que tienen suficiente producción de arroz para el consumo y mantienen críticas a la importación

Los mercados internacionales de estos productos están distorsionados, pues los países industrializados, al subsidiar fuertemente a sus agriculturas, generan excedentes que en última instancia son puestos en los mercados internacionales a precios muy bajos (dumping). Estos precios bajos compiten con la agricultura nacional y perjudican al sector, si es que llegan a ingresar al país.

A diferencia del trigo, que se importa casi en su totalidad, el Ecuador produce suficiente arroz para satisfacer la demanda interna. Pero como las actividades agrícolas están sujetas a las variaciones incontrolables del clima, en algunos años como el actual hay necesidad de importar, pues la producción doméstica cae y los precios se disparan.

A cuánto se vende el arroz en tiendas, mercados y supermercados

(...) su aplicación generaría una protección arancelaria adecuada a los productos agrícolas.

El Ecuador es signatario del Sistema Andino de Franjas de Precios (SAFP), establecido en la Decisión 371 de la Comunidad Andina de Naciones. Este sistema, que fue creado como un arancel externo común de los países andinos, establece nuevas reglas del juego para la importación de estos cereales. El primer elemento que introduce es que cualquier agente económico puede importar, sin necesidad de permisos del Gobierno. Pero eso no quiere decir que la agricultura quede desprotegida, pues el importador tiene que pagar un fuerte arancel, que resguarda la agricultura interna y actúa indirectamente como un precio de sustentación. El SAFP no solo protege a la agricultura, sino que estabiliza los precios internos, pues el arancel variable que se aplica aumenta cuando el precio internacional disminuye, y viceversa, disminuye cuando el precio internacional aumenta.

Cinco funcionarios del Ministerio de Agricultura que iban a realizar operativos de control de precios del arroz en piladoras fueron asaltados

Siendo el Ecuador firmante del SAFP, su aplicación ha venido evadiéndose mediante la aplicación de otras normas internacionales que contradicen la aplicación del SAFP. Es así como ahora nos encontramos con estas prácticas arcaicas y lo que es peor, se le otorga al Gobierno la decisión sobre qué compañías serán favorecidas con los permisos de importación. La diferencia de precios es notable, mientras que el arroz se puede importar a $ 0,70 el kilo, el precio interno estaría en $ 1,60. Los importadores tienen un gran incentivo para capturar este diferencial.

La opinión favorable del SAFP no solo es de este columnista. Ya en el año 2003 el Banco Central del Ecuador publicó los resultados de la evaluación de dicho sistema (Nota técnica n.º 70). Se concluyó que el SAFP no solo tendría un impacto significativo en la reducción de la variabilidad de los precios, sino que su aplicación generaría una protección arancelaria adecuada a los productos agrícolas. (O)