Primero, quiero rendir homenaje de amistad y admiración a Pancho Huerta por una vida de política de servicio: a Guayaquil, como su alcalde, en los setenta, en sus treinta años; y a su país, como ministro y embajador. No prosperaron sus candidaturas presidenciales, aunque su carisma hacía prever que alcanzaría la Presidencia. Pero yo destaco que en sus últimos años orientó la opinión pública nacional: su visión nos anticipó que el Ecuador se estaba convirtiendo en un narco-Estado. ¡Pavorosa realidad!

Quiero hacer algunas apreciaciones sobre las nuevas realidades políticas que vivimos como consecuencia del paro indígena y del intento, en la Asamblea, de destitución del presidente de la República.

Reconozcamos que estábamos prevenidos en contra de este paro por lo violento y destructor del de octubre de 2019. Tal vez no pensamos suficientemente en la miseria actual, redoblada por la pandemia. El Gobierno se dedicó a poner la casa en orden mientras se le desordenaba la sociedad. Un ministro ha reconocido que las ideas con las que ganaron la elección las olvidaron después. Querría decir esto que estas manifestaciones pudieron ser evitadas o amortiguadas. Hoy el presidente dice que habrá un cambio hacia la ruralidad, lo cual está bien, pero sería mejor si hablara específicamente de la población indígena, en cuyo favor deben efectuarse urgentes acciones comprensivas para su desarrollo. Entre los funcionarios de Gobierno no se aprecia que existan conocedores de esta realidad, y algunos parecen despreciarla, según expresiones que han trascendido en las redes sociales.

Las manifestaciones fueron violentas; la Policía actuó con ponderación y proporcionalidad; lo propio puede decirse de las Fuerzas Armadas. Después de dos semanas de paralización se recurrió a la Conferencia Episcopal, la que, con su experiencia milenaria, pudo reunir al Gobierno con la Conaie, la Fenocin y la Feine. Se alcanzó un acuerdo de paz, cuyos detalles se irán desarrollando bajo la autoridad moral de la Conferencia Episcopal. El ministro de Gobierno dijo que no había ni vencedores ni vencidos. Yo discrepo: creo que las organizaciones indígenas triunfaron; y con la detención de Iza, con desconocerlo como negociador válido, y con su enjuiciamiento en Latacunga, lo han constituido en una de las figuras más notables e influyentes de la oposición.

Aunque no haya prosperado en la Asamblea la destitución del presidente, quedó en evidencia que se sostuvo gracias a la voluntad de partidos distintos del suyo. Fue sostenido por votos ajenos, no propios. En la Asamblea, la mayoría le es contraria, y está dirigida por su presidente, quien quiso reunir bajo un mismo sombrero las calidades de mediador y opositor.

Cuando se publiquen estas líneas, ya se habrá producido el anunciado cambio de Gabinete; solo entonces se podrá apreciar si el presidente ha ampliado su frente político, si se ha fortalecido o no.

En medio de las manifestaciones se produjeron hechos criminales que evidencian la participación en ellas de fuerzas extrañas de influencia extranjera, que ponen en peligro la seguridad nacional. Hay que identificarlas y combatirlas. ¡Momento decisivo! (O)