Tras los cuestionamientos hechos en Argentina a los postulantes ecuatorianos para estancias médicas, se evidencia que la deshonestidad académica es un problema, que hoy cobra dimensiones más complejas. Con mecanismos digitales o no, quienes están inseguros de sus conocimientos o dudan de los procesos meritocráticos optan por hacer trampa en las evaluaciones.

Y hay razones para dudar de todo, como los escándalos de deshonestidad, que pusieron en entredicho los cupos de ingreso a las universidades, hasta el acceso a un puesto de trabajo, en el que prima el nepotismo antes de que la meritocracia. De ahí que las nuevas generaciones estén inseguras y actúen desde el miedo.

‘Unbossing’ y la gestión del cambio

El tiempo de exámenes es una piedra de choque en las aulas. Particularmente, cuando las evaluaciones son memorísticas y no miden competencias totales. Pero, los sistemas de evaluación se crearon para garantizar una competencia meritocrática y los examinados deben demostrar en teoría y práctica que poseen un conocimiento.

Sin embargo, la meritocracia es un tema complejo en el Ecuador, porque además del nepotismo y la corrupción, todos los títulos universitarios tienen igual valor, independientemente de la universidad en la que se gradúe y la modalidad de estudios. No parece lógico que alguien que se gradúa virtualmente sea igualmente valorado que aquellos que acuden a universidades presenciales y rankeadas como universidades prestigiosas.

Si bien hay responsabilidad individual de quienes delinquen en los ámbitos académicos. También existe la responsabilidad institucional, un egresado de una universidad sigue perteneciendo a la misma y al actuar mal daña el nombre de la institución en la que se formó.

Cultura para todos

Por eso, frente a las prácticas irregulares en el mundo se establecen diversas perspectivas. Por un lado, hay quienes optan por una acción punitiva, es decir sancionar la deshonestidad. Por otro lado, hay quienes son más tolerantes con las equivocaciones y usan esos errores como forma de enseñanza.

En el primer caso, las sanciones punitivas pueden variar desde amonestaciones verbales, escritas, repetición de la tarea, pérdida de una materia, suspensión de un semestre o expulsión de la universidad. El objetivo central de la perspectiva punitiva es establecer sanciones para desalentar del mal comportamiento. La pregunta es: ¿el castigo tiene éxito o solo se siembra resentimiento?

Gobernar y decidir

Esperemos que el escándalo producido hace unas semanas invite a reflexionar sobre el actuar docente, estudiantil y universitario, pero sospechamos que ese escándalo –que en pocas semanas se olvidará– como el tema del nepotismo en la Asamblea. Los problemas son oportunidades para mejorar procesos, enfrentar las dificultades y lograr mejores escenarios. Si los órganos que evalúan a las universidades y las propias academias no hacen algo, seguirá el manto de la duda sobre la capacidad de los profesionales formados en nuestro país.

Es cierto, es responsabilidad de la universidad, pero también se requiere que en los hogares y los otros niveles educativos se fortalezca la educación en la honestidad. (O)