Nueve de cada diez adolescentes están registrados al menos en una red social y siete de ellos participan en tres o más redes al mismo tiempo. Cómo no, si la mitad de esos nueve posee un celular desde los 10 años de edad y los que no, lo alcanzarán mayoritariamente a los 12.

Lo que relato son los primeros hallazgos de una profunda investigación hecha en España, pero con proyección mundial, por la Unicef, aquella parte de las Naciones Unidas que se preocupa justamente de la infancia. Y no se mueva, que hay más: uno de cada diez niños de entre 10 y 20 años dedica más de cinco horas diarias a las redes sociales entre semana, una cifra que se incrementa en al menos una hora durante el fin de semana. También, el 5,7 % podría haber desarrollado un uso problemático de las redes sociales, porcentaje que alcanza el 7,7 % entre quienes están en bachillerato (considerada sin dudar como la etapa más vulnerable) con resultados significativamente mayor en las niñas, lo que evidencia importantes diferencias de género en esta problemática. Y si parecería que los accesos crecientes a la tecnología justificarían ese uso intensivo, quienes hicieron el estudio lo asocian a mayor ansiedad, peor calidad de vida y mayor exposición a situaciones de acoso, ciberacoso o control en la pareja a través de medios digitales.

En la misma investigación, al menos tres de cada diez niños admiten haber sufrido algún tipo de acoso y al menos uno de esos mismos diez confiesa que en su caso fue ciberacoso. Uno de cada tres jóvenes con pareja reconoce haber vivido control o chantaje a través del celular o las redes sociales. ¿Pornografía?, aquella actividad tan torcida como hiperclandestina del pasado, ahora tres de cada diez admiten haberla consumido en sus smartphones, en alguna ocasión, aunque uno de ellos jura que fue de manera casual. Todos ellos antes de los 12 años.

Y si usted es de los que les repiten casi a diario a los jóvenes de su entorno que no hablen ni se mensajeen con extraños, la mala noticia es que seis de cada diez lo han hecho a través de las redes sociales y la mitad de ellos recibió mensajes de desconocidos en tono sexual. Uno de diez admite (ojo, los que admiten) haber recibido ciberpresiones para que envíe fotos o videos eróticos o sexuales a ese desconocido que les habla amablemente.

Ya lo vimos medio vacío, ahora veamos el vaso medio lleno.

“La digitalización representa una oportunidad extraordinaria para la infancia: facilita la inclusión, estimula la creatividad y fortalece vínculos sociales y familiares”, dice con optimismo Gustavo Suárez-Pertierra, líder del estudio realizado en España, pero que Unicef cree que no dista mucho de otras realidades occidentales. Empero, el mismo Suárez-Pertierra advierte que “el mal uso de la tecnología provoca la pérdida de hábitos saludables, fatiga mental, presión por la imagen, además de exponer a riesgos como el ciberacoso o los contenidos inadecuados”.

En fin, la nueva “niñera electrónica” en que se ha convertido la hiperconexión de los smartphones, SmartTV, etc., es definitivamente más riesgosa que el control remoto del televisor con el que nos entretenían en mi época. A tener más cuidado. (O)