La Clínica del Seguro de Latacunga era de una nitidez total. Ubicada frente a la iglesia de San Agustín, al lado del almacén de la Marujita Espinosa y diagonal a la tienda nueva, era el paso obligado para ir y volver del colegio. Su moderno edificio construido quizá en los años sesenta, o tal vez antes, era un referente para la ciudad. A mí me parecía hermoso por dentro y por fuera. El tono pastel de sus paredes y encontrar a papá, yendo y viniendo con su blanco mandil y su estetoscopio al cuello, me fascinaban. Durante dos veranos yo trabajé en la farmacia, papá nunca se enteró porque me contrataron la Shulita Enríquez y la Michita Viteri, ellas eran amas y señoras de la farmacia, el director, el Dr. Marquito Varea, no tocaba ningún pito en esa área. Yo llegaba con el delantal del colegio y me ponía manos a la obra, a cortar funditas de papel. Según decían, de Quito mandaban unas fundas muy grandes para la cantidad de pastillas que se entregaba, entonces las cortábamos por la mitad, les doblábamos el filo y pegábamos con engrudo. De cada funda se sacaban dos, el ahorro era considerable. (No éramos nuevos ricos, petroleros, botarates).

Alberto me cuenta que lo operarán en el hospital Carlos Andrade Marín del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), pero que no hay los insumos, que una amigui le dijo que tiene que comprárselos él y que cuestan dos mil quinientos dólares. Solicita por redes sociales y gracias a la solidaridad de muchos reúne el dinero. Va donde el médico, le cuenta que ya consiguió la plata y el médico le dice que él no está al tanto de que no haya insumos, que el día asignado lo operará. Está nervioso. Le cuenta a la amigui y ella insiste: Eso dicen los médicos, pero verás que el rato preciso no te operan por falta de insumos. Su diagnóstico no es bueno, no quiere esperar, tiene miedo, paga por los insumos no sabe a quién. Le operan, todo sale bien, el pronóstico cambia, está tranquilo y feliz, al igual que todos los que le queremos.

¿Hubo o no hubo insumos? ¿Le operaron con sus insumos o con los del IESS? ¿Quién vende los insumos que escasean? ¿Por qué la amigui tiene este contacto? Lo público no tiene componte, que privaticen el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social ¡ya!

Azucena ha aportado a la compañía de salud privada durante veintisiete años, nueve meses y catorce días, según reza en el presupuesto de su operación. En más de una ocasión le sugerí cobrar al seguro sus gastos médicos. No, mi seguro es solo para cosas graves, no voy a cobrar chequeos de rutina, repetía. Minuciosa como es solicita a la aseguradora el pago de la operación de cataratas que le realizarán en unos días. La respuesta que recibe la deja helada. Le cubrirán apenas el 43 % del costo de los honorarios, insumos, hospital del día, etcétera. ¿En serio? ¿Al cabo de casi veintiocho años de pagar con puntualidad la cuota de afiliación le cubren tan solo el 43 %? ¿Para qué diablos uno paga una fuerte suma de dinero, si el rato preciso le dicen turururu? ¿La salud es un negocio tan descarnado como otro cualquiera? Lo privado no tiene componte.

Y así seguimos, entre lo malo y lo peor, entre la corrupción y el abuso, entre la ira y la indignación. (O)