Las características que han tomado las protestas activadas por la eliminación del subsidio al diésel demuestran que será prácticamente imposible que la solución provenga del gobierno nacional y de la Conaie. Ambos, que deberían ser los actores centrales de un acuerdo, están bloqueados desde adentro. El gobierno está entrampado por decisiones equivocadas y la organización indígena por la pérdida de control sobre los manifestantes.

El gobierno cometió tres errores que le están pasando factura y que, tanto por táctica como por orgullo, le resultan muy difíciles de enmendar. El primero fue la falta de iniciativa para dialogar con las dirigencias de las organizaciones sociales en cuanto tomó la decisión de la eliminación del subsidio. Las experiencias anteriores (octubre de 2019 y junio de 2022) debieron ser enseñanzas en ese sentido. Por ceguera o por el ya mencionado orgullo no hubo el acercamiento necesario para explicar las medidas compensatorias y en lo posible para diseñar y establecer en conjunto programas dirigidos a las poblaciones más necesitadas. De este se derivó el segundo error, que fue la decisión de aplicar la fuerza y rechazar el diálogo cuando aún había condiciones para hacerlo. Con esto dejó al enfrentamiento como el único lenguaje y derivó en la aplicación de violencia extrema que afecta significativamente la imagen de las Fuerzas Armadas (e incluso produjo cambios en su cúpula y, según se conoce, malestar en sus filas).

El tercer error del gobierno fue introducir en ese contexto el tema de la reforma constitucional. El más básico lector de Sun Tzu, Maquiavelo o Clausewitz le habría advertido del entrampamiento en que se mete cuando se abren frentes innecesarios. Poner ese tema en el debate en ese momento era avivar el fuego y no solo contaminar a la reforma constitucional con las protestas por la eliminación del subsidio, sino hacerla depender de estas. Es de sobra conocido que las consultas populares son -principal, sino exclusivamente- una medida del apoyo y el rechazo a quien las convoca. Con esa decisión -tomada a su pesar, porque le falló lo que buscaba, que era la cesación de la Corte Constitucional por parte del Consejo Electoral- puso en duda la aprobación de la constituyente.

El entrampamiento de la Conaie, por su parte, proviene de lo que aparece como una pérdida de la capacidad de control por parte de la cúpula dirigente. La principal manifestación de esto es el carácter focalizado de las protestas en la provincia de Imbabura. Las acciones aisladas en el resto de la Sierra y la Amazonía demuestran que no se trata de acciones definidas y controladas por el núcleo dirigente. A la vez, la violencia utilizada por grupos de manifestantes puede ser un indicador de la existencia de células o pequeños grupos organizados autónomamente, adscritos a posiciones radicales y reacios a ser controlados desde la cúpula. El grado de generalidad de los comunicados de su Consejo Ampliado es prácticamente un reconocimiento de la pérdida de control sobre las bases. La Conaie no puede ofrecer diálogo porque esas bases radicalizadas no lo acatarían. En síntesis, no puede controlar las protestas, pero tampoco puede dejar de apoyarlas.

Es una situación extremadamente compleja, en que la realidad interna de cada una de las dos partes constituye el mayor obstáculo para llegar a soluciones. Les conviene mirar previamente hacia adentro. (O)