Durante mi niñez, empezar mayo era activar la cuenta regresiva para mi cumpleaños. Me pasaba pensando qué se sentiría tener la siguiente edad, aunque siempre comprobaba que no se sentía nada raro ni sucedía algún cambio detectable. Soñaba con ser adolescente, luego moría por tener 18 años, cuando llegué a los 21 me hice un tatuaje y sentía que la vida era un camino extenso que recién empezaba, trabajaba en un programa musical y me pagaban por ir a divertirme con amigos mientras escuchábamos música. Era feliz.

De repente, me vi asustada cumpliendo 30 años. Casada y con dos hijos, sentía que se me iba la juventud, así que me hice tres tatuajes adicionales, era delgada y empecé a trotar como una herramienta de perpetuar la salud ya que sentía que el tiempo empezaba a correr en mi contra. Luego llegaron los 45 en un suspiro, ahora estaba divorciada, con tres hijos y en medio de una pandemia. Fue complicado, pero crecer es difícil. Es necesario reconocer y aceptar las cosas como son y como nunca serán.

Este mes está lleno de emociones. Celebramos el día de las madres y festejo especialmente la vida del mejor ejemplo de mujer que he tenido, mi mamá. Agradezco tenerla conmigo, admiro la paciencia que tuvo para lidiar con mi rebeldía sin perder la calma. Una mujer fuerte que ha logrado una familia unida actuando con coherencia entre palabra y acción. No es fácil ser madre, pero ahora que lo soy, y que mis hijos han crecido, veo la maternidad más relajada que hace 22 años, disfruto y comparto con mis chicos desde sus diferentes estilos priorizando el amor, como aprendí de ella.

También, los católicos recordamos a nuestra madre del cielo y el 24 de mayo es el día de la Virgen María Auxiliadora. Fui educada en el colegio que llevaba su nombre y la amo profundamente. De niña tenía por costumbre ir a visitarla un ratito cada vez que podía y, todavía, encuentro tiempo para saludarla y ponerme a sus pies. Han pasado muchos años, pero el cobijamiento que siento en su presencia es el mismo que percibo desde que soy niña.

Por tanto, mayo es un mes de reflexión y análisis, es el tiempo en el que detengo el paso y aplico todo lo que siempre escribo y predico. Creo que la vida se va muy rápido y debemos andar ligeros de equipaje para poder movernos con libertad. Con los años he aprendido que todo lo que se queda estático se enferma y deteriora. Hay que estar en permanente movimiento y renovación.

Este cumpleaños lo recibiré con mi hijo mayor lejos físicamente, pero cerca de mi corazón, con mis niñas adoradas que alegran mis días, y con una cicatriz en la frente que me recuerda permanentemente que debo pedir ayuda y hablar en el momento que sienta que ya no puedo más. He aprendido también que hay situaciones en las que debemos reconocer que necesitamos ayuda, sin que esto nos vuelva cobardes o débiles. Entendí que la valentía implica humildad para aceptar nuestros límites.

Finalmente, hoy es un inicio y empezar siempre será bueno. Cada mes nos trae esperanza de días mejores y como decía Miguel de Cervantes: “Donde una puerta se cierra, otra suele abrir la fortuna”. Quiero confiar en que lo mejor está por venir. (O)