En el país no se aprenden las lecciones pese a los momentos difíciles que se atraviesa por el conflicto armado interno, la violencia e inseguridad que han sembrado los grupos delincuenciales organizados transnacionales, el narcotráfico y los aliados de la narco política.

El país necesita hoy más que nunca la unidad nacional para poder enfrentar al unísono estos males, que todos los sectores acompañen en esta lucha y trabajen en una sola dirección con el objetivo de lograr la ansiada paz que permita recuperar la confianza e impulsar el desarrollo, el crecimiento económico, la generación de nuevas fuentes de empleo.

Se necesita sensatez, responsabilidad, firme decisión para combatir la corrupción que carcome las estructuras del Estado y que le tiene sumido en una crisis profunda, estructural, a sectores fundamentales como la salud pública, la seguridad social.

El gobierno ha tenido aciertos pero también crasos errores. En su demanda justa porque las instituciones acompañen en la lucha contra los grupos delincuenciales organizados transnacionales, el narcotráfico, la narco política, la corrupción, se han adoptado decisiones equivocadas.

Más allá de enfrentar más de una veintena de demandas de inconstitucionalidad a las recientes leyes aprobadas en la Asamblea y puestas en vigencia (entre ellas la de Integridad Pública, la de Inteligencia y la de Solidaridad Nacional), el Ejecutivo está en la obligación de armarse de sólidos argumentos para convencer a la Corte Constitucional (CC), hacer entender la realidad que vive el país y que primero están los derechos de los ciudadanos antes que la protección de los delincuentes en el mismo nivel. Sin embargo, eso no justifica el estigmatizar a los jueces constitucionales ni intentar desalojar del local a la CC, que enhorabuena fue rectificado de inmediato.

En casuística, la CC ha tenido fallos acertados pero también equivocados y desafortunados, con sesgos ideológicos, cuyos primeros detractores y opositores a esas decisiones fueron respetables jueces constitucionales que honraron con sus votos salvados, que quedaron para registro histórico. Ha estado encerrada en sus posiciones y no se ha abierto al país para acompañar con sus decisiones en medio de los conflictos internos.

El país necesita un trabajo en conjunto que encuentren soluciones concretas e inmediatas, más allá de los diagnósticos y los justificativos, a problemas complejos como la crisis en la salud pública. Esto implica no solo adoptar políticas urgentes para la adquisición y el abastecimiento de medicamentos e insumos médicos sino establecer políticas sostenidas y permanentes que fijen las bases de una medicina preventiva, sin dejar de lado la parte curativa, y que genere estabilidad en el acceso a la salud. Una de las fallas ha sido la falta de una educomunicación, que eduque a la población.

Pasa por desbaratar las mafias enquistadas en el sector público, aliadas con quienes en el sector privado operan desde fuera del sistema, que facilitan la corrupción que por años se ha beneficiado en desmedro de los ciudadanos y en medio del reclamo permanente de más recursos y presupuesto cuando no existe calidad del gasto. Actualizar los obsoletos sistemas tecnológicos, mejorar la logística y el modelo de atención. (O)