La semana pasada publicaron los institutos Fraser y Cato la edición 2025 del Índice de Libertad Humana, informe que reúne ya más de dos décadas de data para medir el estado de la libertad alrededor del mundo. El índice define la libertad como “la ausencia de una restricción coercitiva” y comprende 87 indicadores de libertades económicas y personales divididas en 12 áreas que van desde el Estado de derecho, la seguridad, y la calidad de la moneda, hasta la libertad de expresión, de movimiento, de comerciar a través de las fronteras, en las relaciones entre personas. Lo interesante de esta edición es que vemos que aún cuatro años después de la pandemia del coronavirus, el nivel de libertad humana alrededor del mundo todavía no se recupera.
Algunas lecciones se desprenden de más de dos décadas de datos en el índice. Primero, el progreso suele ser lento, mientras que el declive puede ser lento y de repente súbito. Sucede que la libertad a nivel mundial venía subiendo lentamente hasta llegar a su punto máximo en 2007. No sabíamos lo bien que nos iba. Incluso en el caso particular de Ecuador, en el periodo desde 2000 hasta 2023, nunca tuvimos un puntaje más alto que el de 2007: 7,20 sobre 10, donde el 10 es la puntuación máxima.
Volviendo a la perspectiva mundial, la crisis financiera significó un punto de quiebre desde el cual el puntaje mundial empezó un lento declive que se volvió súbito cuando llegó la pandemia del COVID. El informe señala que el puntaje mundial cayó desde 6,97 en 2019 a 6,75 en 2020 y luego a 6,72 en 2021. En 2022 se recuperó hasta llegar a 6,81 y se mantuvo en ese nivel para 2023, último año para el cual hay datos comparables a nivel internacional. En el caso de Ecuador, tenemos un puntaje y ranking mucho más bajo en el área de libertades económicas (6,32 y posición 100) que en la de libertades personales (7,22 y posición 82).
Otra lección del informe es que las distintas libertades se relacionan entre sí de manera estrecha. Los autores sostienen que la libertad económica empodera a los individuos para ejercer otras libertades.
En la data también podemos ver una distribución tremendamente desigual de la libertad. Solo 13,8 % de la población mundial vive en las jurisdicciones que se ubican en el cuartil más alto de libertad (Ecuador se ubica en el tercero), mientras que 39,4 % se ubica en el cuartil inferior.
Las tres jurisdicciones más libres del mundo son Suiza, Dinamarca y Nueva Zelanda. Las menos libres son Yemen, Irán y Siria. El país que ha sufrido el mayor declive en su libertad desde el 2007 es Nicaragua. Chile y Venezuela vienen a ser como un espejo: el país que solía ser uno de los menos libres en el hemisferio es hoy el que goza de mayor libertad –Chile– y el que solía ser uno de los más libres es hoy el más reprimido –Venezuela–. Ecuador se ubica en la posición 21 de las 26 jurisdicciones de América Latina y el Caribe.
Las áreas de particular debilidad para Ecuador son seguridad (3,80), el Estado de derecho (4,16), la protección de los derechos de propiedad privada (4,51) y la calidad regulatoria (5,76). En todas menos en aquella de seguridad, el puntaje ha sido establemente bajo desde el 2000. En la de seguridad hemos experimentado una caída súbita sin precedente en los años pospandemia. (O)