Hace poco Christina Aguilera lanzó su canción No es que te extrañe, donde cuenta el maltrato que su padre infringió a su madre. Se la ve en el videoclip no solo como testigo de violencia, sino cómo crece temerosa de las reacciones y el puño del iracundo hombre que debía protegerlas. La cantante es capaz de plasmar el miedo que sintió tantas veces en ese ambiente virulento. Ella, como la gran mayoría de niños ecuatorianos, sufre hasta hoy el peligro y dolor que tuvo de pequeña a manos de uno –o incluso ambos– progenitores. En su búsqueda de respuestas reconoce que su padre fue a su vez víctima: “Si fuiste ausente y callado fue porque también a ti alguien te hizo daño”. Aguilera evoca en las cuerdas un casi pasillo ecuatoriano, el pulso de sus venas.

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Esta semana se hicieron virales un par de videos que muestran saña contra niños: uno es en Tambo, donde un cobarde pega a una niña y su madre. El otro es en una escuela donde varios chicos reciben fuetazos por supuestas maestras, algo que este año vimos a manos de una rectora en Alausí. Como en tantos casos más, hay testigos del maltrato que no intervienen. Quizás para muchas personas resulta normal lastimar. Otros aplauden y justifican.

La realidad es que es un país machista, lleno de gente que comete a diario actos violentos. Porque violento es que en la escuela le peguen al niño y que al llegar a casa su mamá lo golpee otra vez. Que la niña crezca viendo el maltrato de las parejas a su madre, inconscientemente aceptando como modelo ese terror para ella misma, próxima víctima. Peor cuando al buscar ayuda, los malos guías espirituales/religiosos, maestros y consejeros de escuela le enseñen a ‘aguantar’. Esos niños crecen a mentir/defender que hay que quedarse en ese lugar de bronca: “por el bien de la familia”. Si la furia contra hijos y mujeres es tolerada en todos los espacios, ¿cómo romper el círculo vicioso?

Si la furia contra hijos y mujeres es tolerada en todos los espacios, ¿cómo romper el círculo vicioso?

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Al menos, educar a nuestros hijos a reconocer el peligro, a salir cuanto antes de relaciones violentas. Sean en el espacio que sean, a costa de la soledad, estabilidad, título, trabajo, carrera, etc. Los estudios de prevención de violencia de varios especialistas como Peter Miller muestran que si un niño es golpeado por su padre, crecerá a tener casi 5 veces más chance de ser un adulto agresor. Otros multiplicadores de problemas son la negligencia en el cuidado de parte de madres, tener un progenitor encarcelado, crecer alrededor de abuso de alcohol o drogas. El 56 % de maltratadores intrafamiliares en Australia –en Ecuador probablemente más– fueron ellos mismos víctimas en su niñez.

El 52 % de personas desaparecidas en el Ecuador son mujeres; en lo que va del año han aumentado los casos

Aguilera lo quema todo al final de su video, la casa, el sillón hasta el campo al pie de la montaña. Ella está ahí, como protesta en medio del fuego, o de la luz que renacerá de ese infierno, como también dice al generosamente perdonar… para así también sanarse. Los niños huérfanos del femicidio en su mayoría fueron testigos y/o experimentaron la rabia del criminal y su control coercitivo. El maltrato es intergeneracional, en todas las clases sociales e independiente de la educación de los agresores. Se aprende en casa y se replica en la escuela, trabajo e iglesia. No se va a arreglar por un gran líder o genio… es una tarea nacional, de todos. (O)