El mundo enfrenta un cambio de proporciones paradigmáticas debido a la caída en picada de la tasa de natalidad y al envejecimiento de la población, que hará que la sociedad se transforme y adapte a nuevas modalidades de convivencia.
Habrá cambios en las modalidades de interactuar tradicionales que nos han acompañado durante siglos o milenios, en especial, en las esferas de la salud, educación, producción y consumo. Más adultos mayores y menos niños implican la necesidad de una nueva realidad intergeneracional.
Los países y el mercado internacional tendrán que adaptarse a nuevas modalidades de producción y consumo, así como de la dinámica financiera nacional y global.
En la Revista Foreign Affairs, Nicolás Eberstadt sostiene que pocos ven que la humanidad entrará en una “era de despoblación” y que, por primera vez desde la Pandemia de la Muerte Negra en los 1300, la población del planeta se reducirá, pero ya no por una razón exógena, sino por la decisión de los seres humanos. Una decisión que es el producto de los cambios que hemos provocado en las sociedades, que privilegian otros objetivos y viven realidades muy diferentes a sus ancestros.
Lo que viene en el futuro cercano es la reducción de la población. La era de la expansión demográfica sin límites ha concluido y, con ello, también terminan los sistemas de producción que requieren mano de obra intensiva y barata. Los procesos de migración para reducir los costos de producción, tan perseguidos en estos días, habrán terminado y las nuevas tecnologías, lideradas por la inteligencia artificial y la robótica reemplazarán los que actualmente existen.
La esperanza de vida de las mujeres ecuatorianas era de 32 años, en 1950, y se estima que se ubicará en 85,5 años en 2050. Los hombres llegarán a un promedio de 79,6 años. También en 25 años.
Mientras en el 2000, en el Ecuador nacieron 322.826 niños, en el 2025 se registraron 260.248 nacimientos. Si esta tendencia se mantiene tendremos una reducción de la población en las próximas décadas. Para el año 2050 la población de Ecuador llegará a un pico de 21,1 millones y la tasa de crecimiento será de 0,9 % conforme al INEC.
En el Ecuador es fundamental promover el diálogo y buscar acuerdos frente a los grandes problemas que enfrentaremos en una nueva estructura demográfica. ¿Tiene la seguridad social la solvencia suficiente? ¿Estamos educando a los niños para el cambio tecnológico y un mercado laboral mucho más complejo? ¿Cómo se está preparando el sector privado y exportador? El país necesita serenarse, pensar con pragmatismo y alejarse de esta polarización que envenena las acciones de la política y la gestión del Estado.
Salgamos de las burbujas individuales creadas por los algoritmos, que refuerzan la confrontación y predominio de lo emotivo.
La academia sería la llamada para generar espacios para acuerdos que analicen las causas raíz de nuestros problemas, a base de datos e información veraz. Solo así podremos planificar el futuro de la nación con certezas para el bien de todos los ecuatorianos. (O)