En las recientes elecciones de la provincia de Buenos Aires fue derrotado el movimiento La Libertad Avanza del presidente Javier Milei. Sin embargo, no ha sido vencido el modelo libertario de desarrollo, por la sencilla razón de que no se ha aplicado o solo lo fue de manera timorata y desordenada. El revolucionario francés Louis de Saint-Just dijo: “Quienes hacen una revolución a medias solo se cavan su propia tumba”. Eso ha sucedido con Milei, quien propuso una revolución inédita, implantar un sistema libertario de economía, en el marco político de un régimen republicano.

La derrota electoral en Buenos Aires expone las fisuras de La Libertad Avanza de Milei

Ofreció dolarizar Argentina, pero no le sirvió la experiencia de Ecuador, donde se hizo de un solo tajo. Veinticinco años después los ecuatorianos lamentan que no se lo haya hecho veinticinco años antes. Si algo nos faltó, debería hacerse, como cerrar el Banco Central, y esta fue otra propuesta incumplida por el presidente argentino. Consecuencia de lo no hecho, la inflación salvaje que heredó del populismo ha caído significativamente, pero no ha desaparecido. Por no llevarse el proyecto hasta sus últimas consecuencias, el efecto económico benéfico fue deleznable y, consecuentemente, lo poco que se logró tuvo un bajo impacto político que no se capitalizó. No se privatizaron empresas públicas importantes. Se alardea del acuerdo con el FMI, ¡pésima noticia! El principal objetivo de ese ente burocrático internacional es cobrar deudas imponiendo agendas socialdemócratas a los deudores con un costo social alto... y así podemos analizar todas sus propuestas “libertarias”.

Cierto que la tarea que se autoimpuso era monumental. Las naciones de Latinoamérica se acostumbraron a mendigar. Romper ese viejo hábito raya en lo imposible. Las hierbas malas y las plantas parásitas populistas habían medrado en Argentina durante 60 años. Milei llegó con una motosierra, para desbrozar la maleza dijo y se paseó con ella por medio mundo. Era fácil darse cuenta de que se trataba de un juguete de plástico dorado con el que no iba a cortar ni el césped. Léanlo literariamente. Vendió bien su sueño, no ha sabido vender sus realizaciones, a pesar de que ha trabajado en general con el rumbo correcto.

La motosierra y el machete

No ha llegado el fin del mundo. La provincia de Buenos Aires siempre ha sido un gran bastión peronista, como es de esperar dada su composición social. Y será difícil que el populismo evite una escisión entre el sector ultrakirchnerista y los partidarios del triunfante gobernador Kicillof. Milei parece haber reaccionado bien a la derrota. Se ratifica en el modelo con la esperanza de que pronto se verán resultados; su fe es admirable. Maneja el primer Gobierno declaradamente libertario del mundo. La historia demuestra que siempre que un país se acercó al modelo los resultados fueron alentadores, por más que no se aplicara integralmente la receta. Pero hay que saber transar sin ceder; eso es arte político. Ha de perder menos energía en peleas menores. Menos Twitter y más calle. Los parientes en el círculo de Gobierno siempre dan mala espina. Y en la mayor parte del subcontinente, y creo que es igual en Argentina, Trump cae pésimo, su apoyo es un pasivo, sin olvidar que es tan “libertario” como lo fue Fidel Castro. (O)