Dos señales esta semana: reenvío de la Ley Tributaria y proforma presupuestaria 2022. Hay varias preguntas que hacerse, y planteo al menos dos: ¿vemos un esfuerzo del Estado de reducción del gasto?, ¿los ingresos muestran una dirección e incentivos adecuados? Me temo que la respuesta es más bien: no… al menos en algunos aspectos.


Proforma 2022.

Uno. Según señala el propio ministerio hay un aumento de $2.400 millones en gastos, frente al “Consolidado Agosto 2021″, es decir, la proyección que se hacía entonces sobre el resultado final del año. Señal preocupante, porque necesitamos exactamente lo contrario en magnitudes importantes. Dos. Algunos insisten en que en el programa con el FMI hay un esfuerzo importante de reducción de gasto (4,2 % del PIB) y eso se reflejará ya desde 2022. En realidad, de esos 4,2 %, 1,4 % corresponden a una reducción del subsidio a los combustibles y eso, aunque necesario porque es un subsidio muy malo, no es reducción del gasto (de hecho es un aporte adicional de nuestro bolsillo). El restante 2,8 % es correcto, pero de ninguna manera suficiente. Tres. El déficit planteado supera $ 3.000 millones, aunque podría corregirse con los ingresos esperados de la nueva Ley Tributaria, por un eventual mayor precio del petróleo (está previsto en $ 59 por barril) y por un aumento de la producción petrolera (promedio previsto por debajo de 500.000 barriles diarios, pero podría superar 520.000 barriles). Pero volvemos a lo mismo: la reducción del déficit debería estar más basada en reducción de gastos.


Ley Tributaria.

Sí creo que pedir una contribución temporal para compensar los gastos relacionados con la pandemia es aceptable (nunca divertido, pero aceptable). Se puede pensar que el aporte patrimonial no es el más sano (porque patrimonio no es liquidez), pero seamos francos: cualquier forma de calcularlo sería criticada.

Sí me parece preocupante la nueva tabla de impuesto a la renta. Primero, porque afecta (aunque sea poco) a las personas desde los $ 2.000 mensuales, lo cual es muy bajo. Segundo, porque desde los $ 5.000 mensuales ya se llega a la tasa marginal de 35 %. Tercero, porque a partir de $ 8.500 mensuales se crea una nueva categoría marginal del 37 %.

Algunos señalan que el resultado no es tan impactante: por ejemplo, una persona que gana $ 5.000 al mes pagaría 16 % de su ingreso y por encima de $ 15.000 pagaría casi 30 %. Ambos porcentajes me parecen muy altos, pero sobre todo porque nos está diciendo que si alguien se esfuerza por ganar más, al superar apenas los $ 5.000, ya le debe entregar al Estado más de un tercio de ese esfuerzo adicional. Absolutamente excesivo (antes había que superar los $ 9.000 para pagar 35 % sobre el adicional).

Y la nueva categoría del 37 % nos señala una dirección incorrecta, es cada vez mayor la parte de nuestro esfuerzo que va al Estado, cuando en mediano plazo debemos ir en la dirección contraria: un sistema tributario sencillo, sin deducciones (salvo las más básicas), cuya tasa no supere el 20 %… Es verdad lo que algunos señalan: debemos ir más hacia un paraíso fiscal (en el buen sentido de la palabra: sí tributar, pero con tasas sensatas) que hacia un infierno fiscal (tasas cada vez más altas).

Esperemos correcciones sobre la marcha. (O)