El remedio es peor que la enfermedad, sostiene el dicho popular que se aplica perfectamente a una más de las barbaridades aprobadas en Montecristi. La famosa muerte cruzada cierra un periodo de inestabilidad e incertidumbre y abre otro en el que esos mismos problemas alcanzan mayor magnitud. La disolución de la Asamblea, recibida positivamente por una mayoría de la población según las encuestas, convierte al Gobierno en interino con todos los aspectos negativos que eso supone. El principal de estos es la tentación de pisar el acelerador a fondo e intentar hacer lo que no quiso o no pudo en los dos años previos, con la consecuente improvisación y la potencial ruptura de las amarras económicas, fiscales y legales. Además, sumerge al país en un fast track electoral que impide el juego limpio y cierra el paso a la expresión libre e informada de la ciudadanía.

Como estaba previsto, ya saltaron a la arena más de diez nombres y aún se espera que aparezcan varios más. Elsa Guerra, Daniel Noboa, Jan Topic, Salvador Quishpe, Fernando Villavicencio, Leonidas Iza, Otto Sonnenholzner, Yaku Pérez, Jorge Yunda y Eduardo Maruri son por lo menos precandidatos. A ello se sumará el que será asignado por medio del dedazo desde Bélgica y Guillermo Lasso o alguien de su entorno, además de algún otro que quiera engrosar el currículum con una magra y penosa participación en la campaña presidencial. En un país sin partidos políticos y con una ciudadanía que vuelve a clamar que se vayan todos, se puede esperar cualquier resultado. Es el espacio ideal para los aventureros que aspiran al más alto cargo político gritando a voz en cuello que no son políticos. La mayor parte de ellos querrán ser el outsider que entra por sorpresa, aunque la sorpresa se la llevará él cuando deba enfrentarse a la complejidad del manejo de lo público.

Como estaba previsto, ya saltaron a la arena más de diez nombres... se espera que aparezcan varios más.

La última elección presidencial se definió por el enfrentamiento entre correísmo y anticorreísmo. En la actual podría ocurrir lo mismo. Sin duda, el candidato correísta tendrá como ventaja de partida el recuerdo de los tiempos de vacas gordas en que su líder se paseó a sus anchas gracias a los altos precios del petróleo. Pero, esta campaña estará cruzada por el tema de la inseguridad. Por ello, no es casual que el Rambo tropical haya logrado agitar las redes sociales y con ello le haya evitado al Partido Social Cristiano tener que escoger al menos malo de los suyos. Mientras tanto, otros aspectos, tan o más importantes que este, como la reactivación económica, la generación de empleo y la lucha contra la corrupción pasarán a segundo plano. En definitiva, será una campaña de individuos, no de partidos ni de ideas, menos de ideologías, en la que se jugará la posibilidad del retorno de los que saquearon al país y se instalará la idea de la aplicación de la mano dura como pieza central de la acción de gobierno.

Es altamente probable que debamos asistir al fracaso de los candidatos que comprenden la gravedad del momento, que saben que el problema no se reduce al accionar de una metralleta ni a la evocación de las supuestas y siempre deleznables glorias pasadas y que presenten propuestas relativamente estructuradas de programas de gobierno. Solamente los más pesimistas podían imaginar que podríamos tener algo peor que los asambleístas destituidos, pero parece que la realidad les dará la razón. (O)