Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo que murió en abril del 2015, sobre el “exitismo” escribió: “Estamos enfermos de exitismo. El mundo está preso de un sistema de valores que coloca al éxito por encima de todas las virtudes y que condena el fracaso. Perder es el único pecado que en el mundo de hoy no tiene redención, estamos condenados a ganar y a ganar. Y a lo largo de la historia muchas de las gentes mejores han perdido y eso no les quita ni un poquitito de razón. Los dos hombres más justos en la historia de la humanidad, Jesús y Sócrates, murieron condenados por la justicia”.

De izquierda, pero crítico de sectores que asumían serlo y llegaron al poder, lo que resumió en la frase “El poder es como un violín. Se toma con la izquierda y se toca con la derecha”.

Los pueblos, los colectivos y las personas aspiran al éxito en lo que se proponen y está muy bien. Sería patológico que aspiren al fracaso o a la humillación.

El “éxito” o triunfo no debe buscarse con trampas o fraudes, ni con tratamientos de favoritismos o de exclusiones o marginamientos para asfixiar a la competencia. Peor el revanchismo aun por diferencias arrastradas.

Ni éxito, ni decisiones de colectivos o jueces necesariamente significan la verdad o el acierto, porque puede haber intereses o prácticas, o simplemente errores que direccionen decisiones o fallos.

A Sócrates lo llevaron ante un jurado de 501 atenienses para contestar a los cargos de corrupción de los jóvenes atenienses y de impiedad, irrespeto de las obligaciones del culto a los dioses, en sus prédicas. El jurado votó 280 –contra 221– condenarlo a muerte, como no se retractó de lo predicado, ni se allanó a salir de Atenas, como le propusieron, la pena se ejecutó haciéndole tomar un preparado con

cicuta, planta venenosa. Falleció el año 399 a. C. Un episodio histórico recordado por la revista National Geographic en este link: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/juicio-a-socrates_19795

A Jesús lo llevaron al Sanedrín de 71 miembros, quienes habían sido sumos sacerdotes y autoridades de la religión judía. Interrogado, Jesús respondió: “He hablado públicamente a todo el mundo. Siempre enseñé en las sinagogas y en el templo, donde todos los judíos se reúnen, y no dije nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a quienes oyeron lo que les dije. Ahí están, ellos saben bien lo que dije”. El Sanedrín decidió requerir al gobernador romano Poncio Pilato la crucifixión de Jesús. Son varios los episodios sobre la muerte de Jesús, que los lectores conocen, por haber leído los textos bíblicos, solo copiaré uno. “Pilato tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Respondiendo el pueblo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”. La lavada de manos por siglos se ha repetido en la historia de la humanidad.

Y el “exitismo” es patológico cuando se sobredimensionan los éxitos o se agravia a quienes no se someten o discrepan. Para el “exitismo” no solo importa el “éxito”, sino también que se evidencie la imposición del poder, en mensaje no disimulado de “somos capaces de cualquier cosa”. (O)