La elección de las autoridades de la Asamblea Nacional, el fin de semana pasado, constituyó una muestra de lo que tendremos en los siguientes meses. Uno de los grandes desafíos del presidente electo, Guillermo Lasso, y de su frente político es lograr la gobernabilidad y para conseguirla necesita de dos elementos clave: el apoyo ciudadano y capacidad de maniobra en el Legislativo.
El apoyo ciudadano, apenas se gana una elección, es más fácil. Pero cuando se comienzan a tomar decisiones este puede irse como agua entre las manos. No hay duda de que la semana pasada, ante la posibilidad de una alianza con UNES, eso comenzó a ocurrir con ciertos grupos.
Los ciudadanos utilizaron sus redes sociales para reclamar por ello. Hubo quienes dijeron que aquello era impresentable. Otros, más terminantes, sostuvieron que una alianza así haría que pierda apoyo diez días antes de jurar como presidente. No faltaron quienes recordaron el apoyo que dio el PSC al correísmo y viceversa. Unos cuantos más, sin estar del todo convencidos, trataban de entender el pragmatismo político del que quería revestirse al acuerdo PSC-UNES. Y otros más criticaban la falta de manejo, de habilidad política, de los operadores encargados de este trabajo…
Más claro no pudo ser el mensaje: hay grupos de ciudadanos que están pendientes de lo que pueda ocurrir en los próximos meses. Ya trazaron sus escenarios y mostraron sus líneas rojas, esas que no quieren que se crucen. Y no están dispuestos a quedarse quietos y tampoco callados.
El otro elemento es la capacidad de maniobra del Ejecutivo. Este no es un tema menor. Hubo un acuerdo con la ID, Pachakutik y los independientes para nombrar las autoridades. Sin embargo, eso fue solamente para organizar al Legislativo. ¿Cómo se mantendrá o se conseguirá apoyo para los proyectos que requiera el Gobierno?
Las respuestas no son sencillas. Si no hay capacidad para lograr una agenda mínima y tampoco acogida para construir el “Ecuador del encuentro” con los partidos y movimientos representados en el Legislativo, es altamente probable que se llegue a un enfrentamiento entre las funciones del Estado, que lleve a un punto muerto, a un bloqueo legislativo. Si los operadores políticos del Gobierno solo pueden avanzar tema por tema en la Asamblea, entonces tendremos mayorías móviles, armadas para cada ocasión, con un costo alto para el Ejecutivo y el Legislativo.
Estas dos respuestas conducen a otro tema central: ¿habrá la suficiente madurez política para que las agrupaciones representadas en la Asamblea no vean esta debilidad política del Ejecutivo como el espacio perfecto para cumplir con sus agendas partidarias o personales?, ¿cuánto apoyo están dispuestos a dar Guadalupe Llori y los bloques que la eligieron para que no se llegue a un bloqueo?, ¿cómo trabajará con las jefaturas de los bloques para priorizar una agenda legislativa que implique ayudar al Ecuador a salir de la crisis económica y sanitaria que atraviesa?, ¿cuál será su aporte para acercar posiciones equidistantes? Nadie dijo que lo que se viene iba a ser fácil. Tampoco que sea solo responsabilidad del Ejecutivo. Esto recién empieza. (O)